domingo, 11 de abril de 2010

Canciones para morir



Yo no sé, yo conozco poco, yo apenas veo,
pero creo que su canto tiene color de violetas húmedas,
de violetas acostumbradas a la tierra,
porque la cara de la muerte es verde,
y la mirada de la muerte es verde,
con la aguda humedad de una hoja de violeta
y su grave color de invierno exasperado.

de "Sólo la muerte", Pablo Neruda




¿Dónde están las canciones para morir?

Fuente del imagen de
los ritos de muerte de
Henry VII.





Esta entrega podría titularse: El árbol de la vida. Hablo de la necesaria ritualización de la vida, que pareciera vamos perdiendo. El sentido de "canciones para morir" es la posibilidad para usar herramientas culturales que sirven como ritos de pasaje, o como simples rituales reconfortantes (o de jubilación, o de cualquier emoción) en los momentos que los necesitamos.

Primero hablaré de lo que la mitología nos ha dado en el pasado para ayudarnos a vivir plenamente, es decir, para cultivar colmadamente a Eros. (Los que leen este blog saben que siempre vuelvo al tema de la batalla entre Eros y Tánatos.) Luego consideraré cómo podríamos recuperar algo de lo que perdimos con la secularización de nuestra convivencia.

El papel tradicional de los mitos, ritos y rituales

Antes de hablar de ritos, hay que referir a los mitos. Esta palabra refiere a la quimera, la superstición y la ficción, pero también a la historia, la narración y la saga. Muchos mitos pretenden tener la fuerza de relatos verdaderos de un pasado remoto y son sancionados por las creencias místicas que sus pueblos asocian con ellos.

A veces se distinguen mitos de leyendas y cuentos folklóricos. Pero, si no se toma en cuenta elementos como la elegancia literaria y el refinamiento de la estructura de los relatos, las diferencias entre todos ellos son más bien tenues. De hecho por ahora puedo prescindir de estas características porque mi propósito es de explorar las pistas que ellos nos dan para elaborar el mundo de vida y el significado de lo que nos pasa.

¿Qué es lo que nos dan estos viejos narrativos? Es fácil reconocer lo principal: nos interpretan los fenómenos naturales. Cuando todavía no teníamos otras explicaciones para los relámpagos, las mareas, las estrellas y las caras de la luna, se nos hacían inteligibles y menos terroríficos. Igualmente han servido como relatos históricos y biografías para eventos e individuos importantes del pasado. Además siempre han identificado y explorado nuestras más importantes emociones.

Fuente de la imagen de Prometeo

Los viejos cuentos forjaban explicaciones para fenómenos todavía no inteligibles en el sentido de esclarecimiento científico. A veces las funciones de explicar y narrar se combinan en una sola figura mitológica.

Prometeo por ejemplo, el titán de la mitología griega que trajo el regalo de fuego a los seres humanos explica maravillosa y fantásticamente cómo nuestros antepasados obtuvieron este recurso, pero también él es el símbolo de un evento histórico verdadero cuyo origen se pierda en los milenios de la prehistoria. Probablemente el descubrimiento del manejo y manutención del hogar en fogatas ceremoniales se repetía muchas veces y en muchos grupos, pero su monumental trascendencia valía una leyenda substancial.

Es interesante que el Viejo Testamento no celebre este acontecimiento. Tal vez la razón sea que, a pesar de la crónica en Génisis de la creación del universo y la historia de la primera pareja en Edén, este libro atestigua más bien eventos más recientes relacionados casi exclusivamente con el pasado particular de los tribus de Israel.

Los mitos incorporaban lo sobrenatural porque enseñaban algo sobre las fuerzas incógnitas. Se asocian con los ritos y sus rituales porque por medio de éstos la gente organizaba su actividad de manera inteligible y en acuerdo con las enseñanzas de las leyendas. Los rituales enseñaban e inculcaban maneras de pensar y actuar; fomentaban la repetición de actos que reforzaban aspectos primordiales de la cultura. Por ejemplo por medio de protocolos solemnes ligados a cultos reglamentaban la necesaria harmonía entre las estaciones del año y las labores de sembrar y cosechar. Del mismo modo organizaban las exigencias de la convivencia, la sexualidad, el nacimiento, el envejecimiento, la muerte, la salud, las jerarquías de mando y los otros sucesos y etapas de la vida.

No hace falta nombrar los múltiples ejemplos. Casi todos los pueblos tienen ceremoniales relacionados con los solsticios. Los diferentes calendarios tienen implicaciones tanto sagrados como prácticas. Hay evidencia, por ejemplo, que las figuras dibujados en el desierto en Nasca, Perú, tenían que ver con rituales de siembra; la gente caminaban por las líneas como si fuesen caminos: inclusive hoy en día estas “vías” se usan para llegar a templos y para participar en ceremoniales propias de estas personas.

Fuente del video



La pérdida de los mitos, los ritos y los rituales

Hoy en día muchas personas asocian los ritos y rituales a actos casi compulsivos, o por lo menos los consideran similares a las neurosis de repetición, porque ya no tenemos los mitos que los explican.

Nos sentimos justificadamente liberados, pero a veces del plato a la boca se cae la sopa. Los esfuerzos para separar la iglesia del Estado y de forjar sociedades secularizadas nos han dado frutos importantes como el pluralismo político, la posibilidad de disidencia, la igualdad legal entre los géneros y la tolerancia de diferencias. Ganamos mucho pero hemos perdido algo esencial.

La recuperación del mito los ritos y los rituales

Primero tengo que decir que no puedo ofrecer una solución a esta carencia, sólo puedo señalar algunas formas que los mitos modernos pueden asumir e imaginar algunos de los rituales que podrían asociarse a ellos.

Fuente de "La Danza"
de Henri Matisse



Se me ocurre que justamente necesi-tamos mitos y una nueva estética para ayudarnos a elaborar y celebrar las conquistas de la secularización. Se acompañarían por rituales que tendrían la forma de metáforas para la igualdad y la disidencia.

La ronda es una vieja danza que aparece en todas las culturas. Tal vez tenemos que volver a aprender a bailarla.

Tenemos que desarrollar nuevas maneras para saludarnos, y practicarlas en múltiples escenarios.

Es necesario elaborar ritmos sacros de intercambios conversacionales donde escuchar sea tan importante que hablar.

Tenemos que reconocer lo sagrado de todas las personas y toda la vida. Necesitamos tabúes sobre lo que no podemos hacer a la vida, incluyendo muchas de las modificaciones genéticas que somos capaces de hacer hoy en día.

Tenemos que rever el agua y el aire. Es menester comunicar con los demás animales. (¿No es impresionante que perros, delfines, chimpancés y algunos cuervos pueden aprender los idiomas humanos, pero nosotros somos ignorantes de los suyos?)
 
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