domingo, 15 de febrero de 2009

El duende: Una fábula de la democracia



Fuente

Había una vez una familia que vivía en una casa grande y bonita. Aunque tenía algunos problemas -¿quiénes no los tienen?- sus miembros eran respetados por sus vecinos y gozaban de una relativa prosperidad. Salían a la calle a sus quehaceres, y decidieron con bastante claridad sobre sus negocios y otras ocupaciones. En la casa siempre se oían risas y música.

Pero entonces vino a la puerta un duende; tocó y le dejaron entrar. El duende dijo

-¿Uds. no sabían que hay enemigos por todas partes? ¡Cierren las ventanas! ¡Pongan cadenas en las puertas!

Y la familia se asustó. Dijeron:

¿Qué haremos?

Y el duende dijo:

-Yo les protegeré.

Y se calmaron. Preguntaron:

-¿Ud. nos puede proteger para siempre?

Y el duende se les aseguró: -Claro que sí. Sólo que de ahora en adelante tienen que confiarme todos sus asuntos. Y decidiré para Uds.

La familia estaba aliviada. Se juntaron alrededor de la mesa del comedor y discutieron cómo entregarle todo el poder de decisión de allí en adelante a su protector. Pero después dejaron de salir a realizar sus ocupaciones anteriores. Se quedaban en casa, mirando asustados por la ventana mientras el duende se ocupaba de todo. Se volvían viejos y arrugados, pasando en silencio y con cuidado de cuarto en cuarto para no molestarle al duende que ahora tenía muchas responsabilidades. A nadie se le ocurría ni preguntarle sobre sus actividades.

Las risas desaparecieron. En su gran seguridad dejaron de elegir su propio destino. Estaban felices.
 
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