sábado, 5 de junio de 2010

Alejandro en Siwa



Fuente del fragmento del mosaico
romano en Pompei de Alejandro


Lo que sigue viene de varias fuentes, como libros y recursos en-línea, incluyendo la serie televisada de Michael Wood, “Siguiendo los pasos de Alejandro”. Lo escribo porque me fascina el desarrollo de los mitos en general, y en los momentos actuales exploro aquellos que tienen que ver con el poder.

La historia de Alejandro Magno se encuentra en cronologías más o menos fidedignas pero incorpora aspectos míticos. Además coordina dos facetas que a veces se confunden en personajes poderosos: a) lo que hoy en día llamaríamos "relaciones públicas" (fomentadas por la misma figura para aumentar el apoyo de sus seguidores) y b) el creciente delirio de grandeza de Alejandro mismo.

Llegó a Egipto después de varios años de campaña militar en cumplimiento de su misión de castigar a los persas. Para este entonces sólo tenía 24 años y había sido declarado faraón -e hijo de los dioses. Habiendo fundado en aquel país una de las ciudades que se llamarían Alejandría por todo el mundo, viajó con un pequeño grupo de sus seguidores al oasis de Siwa para consultar allí a un famoso oráculo.

Es un episodio de su vida que sigue despertando interés y curiosidad; combina la conocida tenacidad de este hombre, con aspectos milagrosos. Desde este momento comienza a convertirse en algo divino. Es especialmente curioso porque armoniza lo que son evidentes manipulaciones políticas con el creciente dislate del personaje. Los déspotas son especialmente vulnerables a estos trastornos.

En este incidente viajó por el desierto por una semana; se quedó sin agua y sólo el milagro de una tormenta inusual le salvó junto con sus hombres. Después de otra tormenta, esta vez de arena, perdieron el camino y estuvieron a punto de morir en las dunas arábicas, pero de nuevo ocurrió un milagro: fueron guiados a su destinación por dos cuervos y dos serpientes. Su reputación creció rápidamente, y pronto todo el mundo comenzó a creer en su ascendencia divina.

Alejandro empezó a considerarse verdaderamente el “hijo de dios” en este caso una combinación personalizada de Amon-Ra y Zeus. Al llegar al oasis, enseguida visitó al templo de Amun. Lo que pasó allí sigue siendo un misterio pero según Plutarco Alejandro preguntó al oráculo si había logrado vengar ya la muerte de su padre Filipo (supongo en sus batallas victoriosas con los persas antes de llegar a Egipto), y el alto sacerdote le indicó que tenía que escoger muy bien sus palabras: su padre no era mortal. Según otras leyendas no contó a nadie lo que sucedió dentro del templo.

Es curioso que el dios egipcio Amun que originalmente representó lo escondido, más tarde se combinara con Ra, el dios del sol. De tal forma se juntaron dos opuestos en una sola deidad, Amun-ra, y nació una tradición casi monoteísta, muy similar a la de los hebreos. Entre los creyentes de este tiempo Amun-ra también se asemejó a Zeus, el líder del panteón griego. Alejandro aceptó estas semejanzas y rindió culto toda su vida adulta a este ecumenismo post-clásico que pronto iba a caracterizar al mundo helénico.

Murió a la edad de 32 años, logrando todas sus hazañas en sólo 13 años. No quiero enlistarme en el sequito de sus admiradores porque después de todo era un tirano de la peor calaña. Dice Arrian de Nicomedia que fue su propio tutor, el mismo Aristóteles, que mandó un veneno que le mató porque ya no seguía las enseñanzas de la razón. Pero a pesar de mis reservas, tengo que admitir que se trata de una figura compleja, oscura y sin embargo deslumbrante. En las tierras que conquistó, todavía está amado u odiado con pasión, y gracias a los trovadores, sigue vivo en el imaginario popular. Además de conquistar, fundó ciudades que siguen viables, y llevó la tradición de Atenas al mundo.

Todo esto fue a pesar suyo. Nunca volvió a las Alejandrías que diseñó y fundó. Y lo que había aprendido de la cultura de Atenas fue la tradición mítica y atávica y no los avances nómicos de la gran ilustración de los siglos VI y V aC. Si diseminó algo de estos adelantos fue otro de los milagros que hizo.

El mural del Valle de Miller, Prescott, Arizona



Fuente de la foto del mural


La gente de Arizona en los Estados Unidos se encuentra frente a un espejo en que tienen que ver sus grotescas características racistas tal como se reflejan desde la prensa y los medios mundiales de opinión. En una escuela comisionaron un mural sobre mensajes ambientalistas. De repente, cuando la cara de la figura central apareció más oscura de lo que podían soportar los gustos locales, los residentes blancos comenzaron a quejarse. ¡Llegaron al punto de obligar a los artistas a aclarar la cara del muchacho retratado!

En este enlace hay un artículo con muchos comentarios añadidos en el fondo; representan las opiniones de las personas de la ciudad de Prescott donde el mural se encuentra. Lo que llama la atención es la absurda necesidad que tienen los participantes de defender a la raza blanca. Muchos de sus representantes se sienten soslayados y menospreciados por una minoría emergente de piel morena.


Como dijo un consejal y comentarista de la radio en una declaración bastante eufemística:

No soy una persona racista, pero te diré que cuando Ud. personifique un tipo negro en el medio de aquel mural, basándose en quien es presidente de los Estados Unidos hoy en día, y basándose en la historia de esta comunidad donde me crié, teníamos cuatro familias negras – con quienes he tenido un relación de amistad desde hace años – para personificar el retrato más grande como una persona negra. Tendría yo que preguntar: ¿”Por qué?”

Es interesante como salta de tema en tema en su esfuerzo para ocultar ciertos elementos de su respuesta. El argumento completo tal vez sería:

1. Dicho: No soy racista

2. Dicho: El retrato enfatiza una figura de raza negra.

3. Dicho: El presidente de los Estados Unidos es negro. Lo no dicho: Los negros están llegando a posiciones de autoridad y figuran de manera predominante entre los personajes importantes.

4. Dicho: Cuando era niño había sólo cuatro familias negras. Lo no dicho: En aquel entonces –años de referencia- los negros no tenían ni la predominancia ni la importancia que tienen ahora.

5. Lo no dicho: No tolero esta figuración de personas de piel oscura.

Es un problema que debe haberse resuelto hace tanto tiempo. Sólo el aislamiento que se han impuesto para no ver el mundo que existe fuera de propia sociedad estrecha, y el reducido nivel educativo que existe allí pueden explicar este fracaso humano en el Siglo XXI.

Es un aviso para todos nosotros: cuando se permite a un pueblo aislarse de la cultura universal, por la razón que sea, habrá problemas.

Considere también el caso de Israel donde una población bastante afluente se ha auto-denominado “el pueblo escogido de Dios”. Por ende no les llegan los mensajes sobre la diversidad cultural, étnica y racial, y el país se sienta autorizado a encerrar la gente de Gaza y negarle la satisfacción de sus necesidades más básicas –bajo el pretexto de la protección de la toda-poderosa población judía.
 
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