sábado, 5 de febrero de 2011

El poder de los militares: Egipto y el mundo





Fuente del retrato de Hosni Mubarak y Omar Suleiman

Comentarios que escuché en CNN sobre el papel de los militares en Egipto me han motivado a reflexionar al respecto.

Desde Gamal Abdel Nasser tomó el poder en 1954 –no fue elegido por ningún voto popular-los dirigentes egipcios han sido militares o ex militares en el sentido moderno de militares de carrera, y por esto los castrenses del país han gozado de excepcionales oportunidades para ejercer el poder; además siempre han disfrutado de la estima popular. Aún ahora, con el odio de los manifestantes en la Plaza de la Liberación enfocado sobre la personalidad particular de Hosni Mubarak, ellos esperan que los militares conduzcan al país a una democracia civil y secular sin Mubarak.

En CNN el periodista Fareed Zacaria dijo que a lo mejor los militares están dispuestos a sacrificar a Mubarak pero a condición de no perder su poder estratégico. Dice que ahora con la crisis están activamente eliminando los puestos ocupados por civiles, e inclusive, actualmente encarcelan sin motivos viables a algunos funcionarios civiles, así depurando su mundo castrense y valiéndose de variados pretextos.

Además, dicen que Omar Suleiman es el candidato a la reconciliación respaldado por los Estados Unidos; sin embargo ha sido jefe de inteligencia de un régimen especialmente cruel. Si es el candidato de los intereses extranjeros, los egipcios manifestantes que anhelan una democracia verdadera quedarán con sus exigencias cumplidas pero sin ningún rastro de autogestión y elecciones justas.

Y esto me hace reflexionar sobre la situación de los militares en el mundo. ¿En qué país estamos al salvo de su control?

Europa -y especialmente- los Estados Unidos van a la guerra a cada rato. Las calles se llenan de gente que protesta el acto bélico más reciente (y casi siempre en nombre de una supuesta emergencia en relación a la violación de los derechos humanos), pero a pesar de la falta de apoyo popular, siempre se sigue peleando en algún lado. Los ciudadanos financian todo estas belicosidades las cuales no escogieron, por medio de sus impuestos. ¿Quién quiere seguir con este desgaste improductivo en forma de balas, tanques y aviones drone?

Cuando hablo de lo castrense incluyo las industrias que lo apoyan, que tal vez se trata del negocio más lucrativo de los siglos XX y XXI. A lo mejor podemos identificar tres vertientes del poder de estas fuerzas físicas y sociales.

1. El poder económico de las industrias de la guerra
2. El poder de coerción y del miedo de los instrumentos de destrucción y muerte
3. El poder emocional que proviene de la exaltación de la guerra y la xenofobia de quienes apoyan a las guerras y la represión. Este renglón es el más complejo ya que requiere la fabricación constante de nuevos enemigos y nuevos modelos heroicos.

¿Cómo podemos resistir semejante fuerza? Creo que el primer paso sería tener conciencia de esto y además reflexionar si realmente queremos seguir así o no. Hay que cuestionar las lemas como patria socialismo o muerte. Está claro que no podemos simplemente desautorizar intereses económicos tan importantes y potentes sólo porque hemos decidido hacerlo en nombre de una colectividad pacifista amorfa, e igualmente no es aconsejable vulnerarse a la destrucción que son capaces de infligir. Es la tercera vertiente que podemos modificar.

Tal vez le toca a lo que queda de nuestra generación y las que siguen problematizar sobre la utilidad verdadera de los armas y quienes los portan. Es necesario inventar una nueva manera de convivir.
 
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