sábado, 19 de junio de 2010

Dr. Antonio Briceño y El arte de resignificar





El Dr. Antonio Briceño, en su libro: El arte de resignificar en el psicoanálisis del siglo XXI, presenta el valor terapéutico del amor fraternal, no sólo como una meta en el proceso de curación psicoanalítica en donde el paciente pueda descubrir su propia capacidad para este afecto, sino como una útil herramienta para el tratamiento de los pacientes.

Propone la creación de un contexto amoroso que rebasa las ideas tradicionales de la transferencia y la contratrasferencia. Es una actitud de respeto hondo para el en-sí del Otro, que tiene como punto de arranque un proyecto compartido de transformación, y al mismo tiempo la expresión y manifestación de sentimientos fértiles entre dos seres, uno el terapeuta y el otro el paciente.

Es en este escenario que se invita a la experiencia de la resignificación relacionada con “el fantaseo retrospectivo” (p. 52) de la vida del paciente. De hecho, la vida que antecede al tratamiento consiste en significaciones sucesivas, algunas de las cuales refieren a episodios problemáticos. Algunas de éstas las ideaciones e interpretaciones pueden conducir a desenlaces traumáticos. En la terapia sin embargo se supone que la participación del terapeuta y la capacidad reflexiva del paciente conducirán a nuevas maneras para entenderse con el pasado. El término en francés (“Apres coup”) recoge algo del sentido del golpe afectivo de una repentina resignificación, y tal vez la versión inglesa (“insight”) refleja lo profundo de la experiencia.

El Dr. Briceño separa su propia acepción de la resignificación de las tempranas nociones freudianas de la Teoría de la Seducción, en parte porque el inconsciente no puede discriminar entre la verdad y la ficción, pero también porque la mera idea de ficción comienza a perder viabilidad cuando se habla de las continuadas interpretaciones que el paciente ha elaborado y que sigue procesando sobre su vida. Tal vez sea mejor referir a lo “aceptable” de ellas en el contexto de una vida que está siempre en cambio.

Dice el autor que se trata de “escuchar lo escuchado” (p. 58); expresa también que “la importancia de nuestra historia personal y de la transcendencia de amor en las relaciones con nuestras figuras más importantes” (p. 61) constituyen el fondo sobre que se trabaja, pero la resignificación no se limita a la interpretación psicoanalítica. Es necesario tomar en cuenta el ambiente social de hoy donde “la violencia social, la perversión y la deshumanización” (p. 67) rondan en representación de Tánatos. Cita a William Blake (p. 70) con una alusión casi existencial a la necesidad de una razón, es decir, un “por qué” de vivir. Esto también puede ser un objetivo de la terapia.

Encontré tres contextos terapéuticos en su libro. Uno es el pasado del paciente con las significaciones que trae a la terapia. Otro es el contexto actual del mundo que existe fuera del consultorio que puede estar lleno de sentidos y valores de destrucción y pérdida. Y el tercero es el consultorio con su nuevo y “diferente” ambiente de amor y apoyo. Este tercer contexto abre un espacio no sólo protegido, sino atractivo y nutritivo, donde las resignificaciones que hace el paciente pueden incorporar a Eros.

Entonces la “lucha de titanes” que señaló Freud entre Eros y Tánatos ocurre en condiciones donde Eros tiene más posibilidades de ganar, es decir, tiene un campo nivelado de juego.

Pero lo que Briceño ofrece es mucho más que juego: para el individuo este ambiente puede significar la diferencia entre una vida plena y otra de vacíos y tristeza. Al reunir en el tratamiento tanto la invitación al amor fraternal como el trasfondo de la “calle” con sus trastornos y violencia, el Dr. Briceño incorpora ambas: la sociedad y la posibilidad de transformación.



El libro es esperanzador debido a las promesas que hace: alejarnos del efecto de Tánatos es posible por medio del amor. Me acuerdo de sesiones televisadas donde Desmond Tutu se reunía con las víctimas y los victimarios de episodios de violencia masiva, como el conflicto entre el norte y el sur en Irlanda. El amor que derramaba sobre todos los participantes les permitía hablar del dolor que ambas partes sentían y no tengo dudas que esto tenía para ellos efectos de sanación y cierre. La sola posibilidad de ver el dolor compartido conducía a resignificación.

Freud sentía ambivalencias al respecto. Por un lado sugirió que en la sociedad hay un proceso evolucionario hacia Eros. En lo que parece ser un intento para encontrar límites a la agresión natural de los seres humanos, dice que la represión que normalmente está asociada con la socialización puede tener características “hereditarias, o sea que en el proceso de la civilización se debilitan efectivamente ciertas necesidades instintuales…” (Fromm, p. 459). Está hablando de un proceso civilizatorio que tal vez conduce a la disminución del efecto negativo de Tánatos donde su capacidad de hacernos daño se debilita cada vez más. No sé si la hostilidad entre las personas, grupos y naciones haya disminuido, pero quizás el dios de la quietud y la muerte está aprendiendo expresarse de otro modo: existen hoy en día agrupaciones como las Naciones Unidas y Amnistía Internacional que funcionan casi en el sentido de un superyó colectivo e históricamente elaborado.

Por otro lado, al final de su vida, cuando tuvo que escapar de la Austria fascista y embarcar para Inglaterra donde murió, Freud creía que Tánatos había ganado. En una carta a Einstein dijo con respecto a la situación de su país natal:

“… es positivamente insano…. Esto serviría de justificación biológica para todos los impulsos repugnantes y peligrosos contra los cuales luchamos.” (Fromm, p. 457).

El problema es la percepción muy personal que tenemos de Eros y Tánatos. Es probable que un individuo apreciaría más a Eros mientras más haya podido resignificar las áreas oscuras de su pasado y que haya aprendido a amar. Por esto es “real” cuando ve el dios de amor y productividad con más frecuencia, tanto en su propia vida, como en el mundo que le rodea. Es como cuando nos enamoramos: vemos todo por cristales de rosa, excepto en este caso se trata de un aprendizaje profundo y una nueva postura de vida.

El libro del Dr. Briceño tiene esta ofrenda inusual en el psicoanálisis: el regalo abierto de amor; el enfoque tradicional asegura un terapeuta neutro, casi una pantalla en blanca donde el paciente pueda proyectar sus ideaciones y sentimientos, y si por acaso aparece el amor es porque él haya podido encontrarlo en su propio proceso. En cambio El arte de resignificar habla del amor como un modelo a seguir, un obsequio desde el incio de la terapia.

Referencias

Briceño, Antonio (2009). El arte de resignificar en el psicoanálisis del siglo XXI. Caracas: Bid

Fromm, Erich (1987). Anatomía de la destructividad humana. México: Siglo XXI.

viernes, 11 de junio de 2010

La promesa rota de la tecnología



Fuente de la imagen de la estampida


Múltiples voces nos han prevenido: ellas nos van advirtiendo que la tecnología iba a tener su propia vida (como la de Hannah Arendt, o casi cualquier película de ciencia ficción). La tecnología se nos asoma ya con notable autosuficiencia, casi como aparece en pesadillas y en el cine.

Es tiempo de repensar nuestra relación con el know-how y los objetos que promueve. En primer lugar produce bienes de consumo que usamos con la misma despreocupación que demuestran los actores sonrientes en las propagandas comerciales: Mr. Músculo llegará a resolverlo todo. En segundo lugar está la maquinaria de producción energética, de agricultura, y de la industria que supuestamente nos sirve, pero que en realidad tiene notable independencia de nuestras necesidades y deseos. Finalmente pienso en la maquinaria de guerra, con sus drones y otros mecanismos de matar con más eficiencia y de manera siempre más anónima.

No quiero que me entiendan mal. No soy Amish, y no llego a mi trabajo a lomo de burro. Uso medicamentos producidos por grandes compañías farmacéuticas y poseo los necesarios electrodomésticos y una computadora.

Pero me preocupa un porvenir dictado por semejante poder económico.

Pertenezco a una generación que crecía sin la necesidad de estar siempre en contacto electrónico con los demás. Podríamos estar sin un televisor o una radio por horas enteras. Mirando la gente en mi alrededor ahora, tengo la impresión que la falta de estos aparatos le induce pánico: no pueden estar en un restaurante sin un televisor encendido y si salen de la casa sin el celular, sufran de síntomas de abstinencia.

Pero el problema es más grande. Los productores de la tecnología nos prometen que nos cuidarán siempre. Cuando algo que producen resulta dañino, prometen inventar otra cosa que arreglará todo, como British Petroleum que no tiene la más mínima idea de cómo componer el derrame petrolero en el Caribe, pero nos asegura que pronto todo se resolverá.

Fuente de la foto de una
isla flotante de basura
en el Pacífico.


En los viejos días del conuco, casi todo era biodegradable. Las envolturas eran cáscaras de fruta y maíz, y nadie rocía la comida con insecticidas. Lo que se dejaba caer al piso era comida sana para un pollo o un cochino que andaba libremente al lado de las casas. Y si no, las hormigas y los pájaros silvestres se encargaban de las últimas limpiezas. Hoy envolvemos todo en plástico y seguimos arrojando la basura al ambiente que, a su vez, la envía al mar donde las corrientes marinas la coleccionan en grandes islas flotantes de desperdicias.

                                                             Fuente de la foto de basura en el
                                                                                Mt. Everest.



Inclusive la cima del Monte Everest y el espacio extra-terrestre donde rondan los satélites artificiales están llenos de basura hoy en día.

Pero esto no es la parte peor. No sabemos reaccionar ni a estas islas de amenaza, ni a los derrames de petróleo en el Caribe y la Delta de Níger, ni al monstro del complejo militar-industrial. Hemos "avanzado" hacia un abismo que siempre estuvo allí, pero como búfalos en estampida, corrimos sin pensar, sin planificar, sin siquiera preguntar.

¿British Petroleum sabe como parar el derrame en el Caribe? ¿Unión Carbide (ahora propiedad de Dow Chemical) sabe como limpiar el desastre en Bhopal? ¿Sabemos como recolectar todas las sustancias químicas y radioactivas que se desparraman en las guerras? ¿Sabemos qué hacer con los residuos radioactivas de la industria de energía nuclear?


Tenemos fe que la ciencia y la tecnología proveerá....

sábado, 5 de junio de 2010

Alejandro en Siwa



Fuente del fragmento del mosaico
romano en Pompei de Alejandro


Lo que sigue viene de varias fuentes, como libros y recursos en-línea, incluyendo la serie televisada de Michael Wood, “Siguiendo los pasos de Alejandro”. Lo escribo porque me fascina el desarrollo de los mitos en general, y en los momentos actuales exploro aquellos que tienen que ver con el poder.

La historia de Alejandro Magno se encuentra en cronologías más o menos fidedignas pero incorpora aspectos míticos. Además coordina dos facetas que a veces se confunden en personajes poderosos: a) lo que hoy en día llamaríamos "relaciones públicas" (fomentadas por la misma figura para aumentar el apoyo de sus seguidores) y b) el creciente delirio de grandeza de Alejandro mismo.

Llegó a Egipto después de varios años de campaña militar en cumplimiento de su misión de castigar a los persas. Para este entonces sólo tenía 24 años y había sido declarado faraón -e hijo de los dioses. Habiendo fundado en aquel país una de las ciudades que se llamarían Alejandría por todo el mundo, viajó con un pequeño grupo de sus seguidores al oasis de Siwa para consultar allí a un famoso oráculo.

Es un episodio de su vida que sigue despertando interés y curiosidad; combina la conocida tenacidad de este hombre, con aspectos milagrosos. Desde este momento comienza a convertirse en algo divino. Es especialmente curioso porque armoniza lo que son evidentes manipulaciones políticas con el creciente dislate del personaje. Los déspotas son especialmente vulnerables a estos trastornos.

En este incidente viajó por el desierto por una semana; se quedó sin agua y sólo el milagro de una tormenta inusual le salvó junto con sus hombres. Después de otra tormenta, esta vez de arena, perdieron el camino y estuvieron a punto de morir en las dunas arábicas, pero de nuevo ocurrió un milagro: fueron guiados a su destinación por dos cuervos y dos serpientes. Su reputación creció rápidamente, y pronto todo el mundo comenzó a creer en su ascendencia divina.

Alejandro empezó a considerarse verdaderamente el “hijo de dios” en este caso una combinación personalizada de Amon-Ra y Zeus. Al llegar al oasis, enseguida visitó al templo de Amun. Lo que pasó allí sigue siendo un misterio pero según Plutarco Alejandro preguntó al oráculo si había logrado vengar ya la muerte de su padre Filipo (supongo en sus batallas victoriosas con los persas antes de llegar a Egipto), y el alto sacerdote le indicó que tenía que escoger muy bien sus palabras: su padre no era mortal. Según otras leyendas no contó a nadie lo que sucedió dentro del templo.

Es curioso que el dios egipcio Amun que originalmente representó lo escondido, más tarde se combinara con Ra, el dios del sol. De tal forma se juntaron dos opuestos en una sola deidad, Amun-ra, y nació una tradición casi monoteísta, muy similar a la de los hebreos. Entre los creyentes de este tiempo Amun-ra también se asemejó a Zeus, el líder del panteón griego. Alejandro aceptó estas semejanzas y rindió culto toda su vida adulta a este ecumenismo post-clásico que pronto iba a caracterizar al mundo helénico.

Murió a la edad de 32 años, logrando todas sus hazañas en sólo 13 años. No quiero enlistarme en el sequito de sus admiradores porque después de todo era un tirano de la peor calaña. Dice Arrian de Nicomedia que fue su propio tutor, el mismo Aristóteles, que mandó un veneno que le mató porque ya no seguía las enseñanzas de la razón. Pero a pesar de mis reservas, tengo que admitir que se trata de una figura compleja, oscura y sin embargo deslumbrante. En las tierras que conquistó, todavía está amado u odiado con pasión, y gracias a los trovadores, sigue vivo en el imaginario popular. Además de conquistar, fundó ciudades que siguen viables, y llevó la tradición de Atenas al mundo.

Todo esto fue a pesar suyo. Nunca volvió a las Alejandrías que diseñó y fundó. Y lo que había aprendido de la cultura de Atenas fue la tradición mítica y atávica y no los avances nómicos de la gran ilustración de los siglos VI y V aC. Si diseminó algo de estos adelantos fue otro de los milagros que hizo.

El mural del Valle de Miller, Prescott, Arizona



Fuente de la foto del mural


La gente de Arizona en los Estados Unidos se encuentra frente a un espejo en que tienen que ver sus grotescas características racistas tal como se reflejan desde la prensa y los medios mundiales de opinión. En una escuela comisionaron un mural sobre mensajes ambientalistas. De repente, cuando la cara de la figura central apareció más oscura de lo que podían soportar los gustos locales, los residentes blancos comenzaron a quejarse. ¡Llegaron al punto de obligar a los artistas a aclarar la cara del muchacho retratado!

En este enlace hay un artículo con muchos comentarios añadidos en el fondo; representan las opiniones de las personas de la ciudad de Prescott donde el mural se encuentra. Lo que llama la atención es la absurda necesidad que tienen los participantes de defender a la raza blanca. Muchos de sus representantes se sienten soslayados y menospreciados por una minoría emergente de piel morena.


Como dijo un consejal y comentarista de la radio en una declaración bastante eufemística:

No soy una persona racista, pero te diré que cuando Ud. personifique un tipo negro en el medio de aquel mural, basándose en quien es presidente de los Estados Unidos hoy en día, y basándose en la historia de esta comunidad donde me crié, teníamos cuatro familias negras – con quienes he tenido un relación de amistad desde hace años – para personificar el retrato más grande como una persona negra. Tendría yo que preguntar: ¿”Por qué?”

Es interesante como salta de tema en tema en su esfuerzo para ocultar ciertos elementos de su respuesta. El argumento completo tal vez sería:

1. Dicho: No soy racista

2. Dicho: El retrato enfatiza una figura de raza negra.

3. Dicho: El presidente de los Estados Unidos es negro. Lo no dicho: Los negros están llegando a posiciones de autoridad y figuran de manera predominante entre los personajes importantes.

4. Dicho: Cuando era niño había sólo cuatro familias negras. Lo no dicho: En aquel entonces –años de referencia- los negros no tenían ni la predominancia ni la importancia que tienen ahora.

5. Lo no dicho: No tolero esta figuración de personas de piel oscura.

Es un problema que debe haberse resuelto hace tanto tiempo. Sólo el aislamiento que se han impuesto para no ver el mundo que existe fuera de propia sociedad estrecha, y el reducido nivel educativo que existe allí pueden explicar este fracaso humano en el Siglo XXI.

Es un aviso para todos nosotros: cuando se permite a un pueblo aislarse de la cultura universal, por la razón que sea, habrá problemas.

Considere también el caso de Israel donde una población bastante afluente se ha auto-denominado “el pueblo escogido de Dios”. Por ende no les llegan los mensajes sobre la diversidad cultural, étnica y racial, y el país se sienta autorizado a encerrar la gente de Gaza y negarle la satisfacción de sus necesidades más básicas –bajo el pretexto de la protección de la toda-poderosa población judía.
 
Locations of visitors to this page