miércoles, 28 de octubre de 2015

Schubert: Sontata para piano en Si bemol



Hoy vi un artículo de Alex Ross en The New Yorker (citado abajo) sobre la  interpretación que hace András Schiff de la Sontata para piano en Si bemol de Schubert. 

El compositor la escribió a dos meses de su muerte, y es claramente una reflexión sobre su eminente final. En el artículo Ross refiere a varios elementos en la pieza, pero sobre todo a un trino que aparece después del anuncio del tema; se trata de varias notas que comienzan con una F en el registro bajo, que se mueve rápidamente entre Sol y La bemol. Hay una discusión sobre las diferentes maneras de tocar este trino y sobre los instrumentos adecuados para captarlo, pero tengo que decir que nunca me había fijado en él. 

Después de leer a Ross, busqué en Youtube a Schiff tocando la sonata. Es una grabación hecha evidentemente antes de los cambios que el pianista hizo en su interpretación del trino, pero no importa: ahora con la conciencia nueva que el artículo me dio sobre esta música, escucharla se convirtió en una experiencia dramática de mirar –yo también- a la mortalidad. Es un escalofrío que corre debajo de la música que nos obliga a esta mirada.

Pongo las dos referencias, primero la de Youtube y luego del artículo de Ross.

Referencias:

1. Concierto en Youtube: https%3A//www.youtube.com/e3d4ee57-a0e3-477a-8470-b50a8caae8b9

2. Alex Ross (2-11-2015). The Trill of Doom. The New Yorker. Accesible en la página Web: http://www.newyorker.com/magazine/2015/11/02/the-trill-of-doom

lunes, 26 de octubre de 2015

Matar al bebé Hitler



Hay muchas especulaciones en Internet y en la literatura en general sobre la ética de viajar atrás en el tiempo y matar al bebé Hitler. 

Esto es claramente una fantasía ya que no es posible hacerlo en la realidad, pero además de constituir un simple desahogo emocional, revela muchas cosas sobre las relaciones que los seres humanos establecemos entre nosotros.

Primero, pienso yo, esta fantasía demuestra cómo “la gente” se relaciona en general con el liderazgo: el mito es que los tiranos –y sólo ellos- son los responsables por las desgracias del mundo. En el caso de Hitler aquel hombre no era el único responsable de las masacres de la Segunda Guerra Mundial: en Alemania había fuerzas sociales y políticas que habrían inventado el fascismo de todos modos.

Segundo, existe la creencia en “gente mala” que hay que aniquilar. En el Siglo XIX investigadores como el alemán Gall, el inglés Combe y el italiano Lombroso intentaron buscar características físicas que podrían identificar a los criminales, como anomalías en los huesos del cráneo y la mandíbula y en la forma de las orejas. Hoy en día somos  más sofisticados: buscamos dichas rarezas en el hipotálamo. Los alemanes de los años 30 del siglo pasado pensaban que había que eliminar las razas “inferiores” y las personas defectuosas. Decir que el remedio es matar al bebé Hitler es utilizar un argumento muy parecido a la eugenesia de aquellos tiempos.

Tal vez un viajero en el tiempo podría encontrar otras maneras de influir en la historia. Por ejemplo se podría organizar una buena psicoterapia para los padres de Hitler, o se le podría dar clases y mejorar su habilidad artística para facilitar su entrada en la escuela de arte.  Quiero decir, no creo que la solución sea extirpar los portadores del mal, sino corregir las condiciones en que él prospera.

jueves, 22 de octubre de 2015

Kundera, El Libro de la Risa y el Olvido y la ronda de la solidaridad



En “El Libro de la risa y el olvido” de Milan Kundera hay una reflexión sobre el sentido de solidaridad entre los “inocentes” de la vida política. 

Se trata de la solidaridad que comienza con libertad, desafío y alegría, pero que se torne enquistada y opresiva.  El lector incauto (como yo) inicia el capítulo reconociendo  el círculo de baile que describe, y a lo mejor ha participado con gran entusiasmo en algunas rondas similares. 

Pero mientras Kundera prosiga en la descripción, esta danza de la solidaridad se vuelve más oscura, y la inocencia de la causa que celebran los danzantes pierde su razón y se convierte lealtades ciegas y destructoras. 

Pongo estas reflexiones en Facebook porque las rondas de todos los tiempos pueden ser así si no las sometemos a constantes reconsideraciones.

Pienso en el Jacques Brel con su canción de los años ’60: La Valse a Mille Temps (https://youtu.be/UK5X_Mb9daM). La asociación es: la danza va más rápido con el aumento de los tiempos de la música hasta que deja de ser baile y deja de ser música y se convierta en locura.

A continuación las palabras de Kundera, p. 98: 

“Una revista ha publicado esta fotografía: una fila de hombres uniformados con el fusil al hombro y cubiertos con un casco con visera protectora de plexiglás, vuelvan la mirada hacia unos jóvenes y vaqueros y camisa que se dan la mano y bailan en rueda delante de ellos.
“Se trata evidentemente de un momento de espera antes del choque con la policía que vigila una central nuclear, un campo de entrenamiento militar, el secretariado de un partido político o las ventanas de una embajada. Los jóvenes aprovecharon este tiempo muerto para formar un círculo y, acompañándose de un sencillo estribillo popular daban dos pasos en el sitio, uno adelante, levantaban la pierna izquierda primero y la derecha después.
“Creo comprenderlos; tienen la sensación de que el círculo que describen en el suelo es mágico y que los une como un anillo. Y en su pecho se extiende un intenso sentimiento de inocencia: lo que los une no es, como a los soldados o los comandos fascistas, una marcha, sino, como lo los niños, un baile. …”

martes, 20 de octubre de 2015

La muerte de un ser humano anónimo



Voy a contar esto cronológicamente.

Estuve en una cola de tráfico hoy por la Avenida El Estadio en la dirección hacia el Centro Comerical Los Chaguaramos. Hubo mucha presencia policial que pensé relacionada con la represión de la manifestación en la Universidad que ocurrió un poco más temprano. 

De repente de un Jeep saltó un oficial –no sé si de la policía o el ejército- vestido de extraterrestre, y pensé yo: -estos hombres deben sudar mucho, pobrecitos. Tenía una envoltura anti-bala completa y una máscara por la cual, a lo mejor, podría hacer radiografías o percibir la presencia de sus compañeros galácticos. 

Corrió en la misma dirección que iba yo más lentamente. Una media cuadra más adelante vi un hombre de civil, normal, de unos 30-40 años en el piso de la calle, boca abajo. No se movía, se veía muerto.

Quise llorar.  Sentí un duelo terrible por aquel hombre desconocido, una emoción acentuada por la desamparada humanidad de aquel ser humano, de franela y pantalón, acostado con su piel tocando el pavimento sucio. Su vulnerabilidad reñía con las armaduras de los oficiales protegidos y disfrazados por sus equipos de guerra. 

Ellos, sí, no tenían piel. 

domingo, 18 de octubre de 2015

La vida eterna para los guerreros



Entre hoy  y  ayer vi dos programas similares en el canal H2:

a) la primera era una mirada histórica sobre el ejercito de terracota del primer emperador de la China, Qin Shi Huang de 210–209 aC, y

b) la segunda, esta noche, era un recuento sobre los búnker creados en los Estados Unidos durante la Guerra Fría para proteger a la gente importante de Washington de una explosión nuclear.

Los encontré tan similares, con mitologías tan parecidas. Las dos historias demuestran la ilusión que se puede alcanzar una vida “después” para gente de cierto rango. 

Y digo “ilusión” porque la vida eterna para Qin Shi Huang y su ejército en aquella ciudad enterrada, tenía pocas probabilidades de éxito.  Igualmente, el búnker de Greenbriar en Virgina en los Estados Unidos, o de los otros que probablemente todavía existen, suponía que después de un lapso corto pero prudente, los miembros del Congreso podrían emerger de su cueva de lujo, todavía encargados de gobernar algún espejismo de nación; se suponía la supervivencia de un mundo habitable.

Todavía por allí se construyen proyectos colosales y aparatosos para la preservación de los guerreros  que creen que puedan perdurar por medio de sus armamentos y sus escondites. 

sábado, 17 de octubre de 2015

Arteserse con música de Leonardo Da Vinci.


Acabo de ver en Film&Arts a  la obra Arteserse. La música es de Leonardo da Vinci. 

Está puesta en la antigua Persia y se trata de una sórdida lucha de poder en que un padre asesina al rey para conseguir el trono para su hijo. En un momento, bajo la presión de la corte, el padre condena al hijo a la muerte, pero luego de varias luchas de conciencia, intenta salvarlo, y de nuevo, por medio otra tentativa de asesinato, trata sin éxito robar la corona para su vástago.  Al final prevalecen el honor, el amor y la justicia.

Para mí, aunque la trama se complique con otros amores y lealtades confusas, la esencia de la historia es ésta: un padre que ambiciona glorias para su hijo pero que queda confundido entre su propio afán de poder y vida.

La música es agarradora. No es una de estas óperas como las de Verdi donde puedes acompañar al artista frente al equipo de sonido, escondido y sólo en tu casa. El rango y rapidez de notas requeridos de los cantantes es espectacular. Todo el elenco era masculino cantando en falsete; pasaban de alto soprano a tenor sin pestañar. (Así fue escrito por Leonardo.) Tengo que decir que pocas veces he oído voces más llenas y más bellas.

Yo no pretendía hoy quedarme pegada a esta obra; la televisión estaba prendida y yo nada más pasé enfrente.  Pero me atrapó: permanecí presa entre la estética de la música y la tensión del argumento hasta el final.

¡Qué sábado por la tarde!

INTÉRPRETES Philippe Jaroussky (Artaserse), Max Emanuel Cencic (Mandane), Juan Sancho (Artabano), Franco Fagioli (Arbace), Valer Barna Sabadus (Semira), Yuriy Mynenko (Megabise)

sábado, 10 de octubre de 2015

El amor y Don Giovanni



Oigo en estos momentos a la opera Don Giovanni de Mozart: es un simple “morality play” pero al mismo tiempo un compendio de las formas posibles que toma el amor entre un hombre y una mujer. 

Los únicos espontáneos son los dos campesinos Masseto y Zerlina, y la escena donde ella le ofrece a Masseto un “bálsamo” para sus heridas es puro eroticismo (“¿Quieres saber dónde lo tengo…?”) Otro momento similar es el canto que hace Giovanni a la mujer escondida en el piso de arriba: se trata sólo una seducción más para él pero creo que cualquier mujer abriría las celosías para lanzarle besos tras semejante invitación. 

Las otras parejas forman un manual de lo neurótico: a) Doña Elvira que le perdone todo a Giovanni y siempre regresa, b) Doña Ana que huye del amor que le ofrece Don Ottavio (¿será que Giovanni la violó?), c) Don Ottavio que le espera con paciente pasividad (“De su paz depende la mía, lo que a ella complace me devuelve la vida, lo que a ella disgusta muerte me da…”) y así sucesivamente.

Bueno ya es pasada medianoche y Giovanni se ha ido al infierno con El Comendador. Hora de dormir.


The desintegration of the U. S. Republican Party



What has happened to the U.S. Republican Party that produced people like Abraham Lincoln and Dwight D. Eisenhower? I recognize that educated, well-meaning people are still members of this political organization, but there has been a terrible and clear disintegration in the quality of its candidates. 

Here is a possible explanation: the leaders have developed a double and contradictory loyalty: on one hand they have a natural affinity to big banks and industry because many of their ranks come from these social groups; on the other they realized that they could get support from a large sector of excluded, fundamentalist, and -to a large degree- poorly educated people that dislike liberal values such as racial and ethnic integration. This economically sidelined segment also identifies with wealth: they feel they are one noble step above the “really poor” who deserve to suffer because they are unworthy and lazy. 

These alienated people have another compatibility with big business: they tend to support a foreign policy based on armed intervention and their own “right” to own and use armament; given that the munitions industry is one of the largest in the world, these principles are well-matched with corporate values.

So what happened to the Republicans? They began to incorporate their disenfranchised base to the point of thinking like them. Many of their members distrust formal education (except as a means of climbing the social ladder), and isolate themselves from new and possibly threatening information. 

For these reasons, maybe, they cannot field a decent candidate.

viernes, 9 de octubre de 2015

La ética de comer carne



Desde hace algún tiempo he querido decir algo sobre la ética del vegetarianismo.

Yo, entre muchas personas, resisto comer carne. En casa no lo hago, pero en otras casas, sí, porque es lo que ofrecen y no pretendo que la gente me haga platos especiales sólo para mí. 

Pero de esto no quiero reflexionar ahora. Pienso que hay que hablar del significado de la cría y el sacrificio de animales destinados a alimentar a la gente.

Creo que lo primero que hay que examinar es la vida de los animales de cría. La mayoría son criaturas inventadas por el ser humano, es decir, han sido genéticamente seleccionados históricamente por sus características especiales. En la naturaleza nunca ha habido vacas, cochinos y pollos tales como los conocemos ahora. Sin la atención de los criaderos –quienes tienen motivos económicos para hacerlos sobrevivir- no existirían. O sea, sin los sistemas económicos que apoyan su mantenimiento, morirían todos. Otros como conejos y cabras existen tal como la selección natural los produjo y tienen espacios apropiados en las redes ecológicas. 

Entonces tenemos que ubicar nuestras preocupaciones éticas. ¿Dónde están las injusticias y las ofensas a la vida que nos molestan?

Primero, diría yo, nos deben molestar las condiciones de crianza de estos animales. Los que viven encerrados en granjeros tipo “fábrica” carecen de cualquier posibilidad de existencia digna y justa. Algunos nunca ven al sol o al suelo con tierra y hierbas. Nunca caminan. Viven apretados los unos contra los otros hasta el momento de morir. 

Segundo, las maneras empleadas para sacrificarlos carecen de toda empatía. Son empacados en camiones, llevados en masa hasta donde se los “benefician” y en estos lugares no prestan ninguna atención ni a sus miedos y ni a su sufrimiento.

Entonces, pienso yo, el problema ético proviene de estas dos preocupaciones, más que del acto de comer carne. Nuestra indignación debe expresarse contra de la crueldad de la crianza y sacrificio.  

Sin embargo, en lo personal, seguiré consumiendo vegetales y huevos. 

 
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