martes, 30 de mayo de 2017

Lista de prácticas que siempre son malas



    
        1. Grupos paramilitares y justicieros sin contención legal
        2. Juicios militares para civiles
        3. Ejecuciones extralegales
        4. Tratos degradantes en las cárceles
        5. Exclusión electoral
        6. Exclusión económica
        7. Exclusión étnica y política
        8. Censura de los medios

miércoles, 24 de mayo de 2017

¿Cómo se produce un soldado o policía opresor?



1. El acuartelamiento:  El soldado debe ser aislado de toda comunicación que no sean los mensajes que recibe de sus comandandantes.  Debe quedar en condiciones de estricta disciplina aun con respecto a conductas menores como qué comer y la hora de dormir. Debe ser sometido a ejercicios físicos estresantes y aun humillantes al punto de quedarse exhausto.

    2. Los mensajes que recibe:

a.  Se caracteriza a la ciudadanía que protesta en las calles como el enemigo; son considerados como carentes de valor humano. La deshumanización es esencial. Les dicen que los enemigos son aliados de un poder todopoderoso que hay que combatir, pero al mismo tiempo y contradictoriamente, se describen a los individuos a combatir en la calle  como débiles: los hombres son afeminados y las mujeres se caracterizan como rameras.
b. En el caso venezolano se provee a los soldados y policías con bolsas CLAP, y el mensaje es que el gobierno les va a cuidar a ellos y sus familias y que la revolución les representa. El enemigo sólo ofrece pobreza y sometimiento a poderes imperialistas.
c. El autoimagen: Los soldados y policías son héroes combatientes a favor de una causa noble.


     3. Deprivaciones: En la calle no reciben ni agua ni comida suficientes. Su armamento es sofocante y caluroso. Estas deprivacioness no sólo impiden su capacidad de pensar y reaccionar, sino también aumentan su angustia y su rabia. 

    4. El anonimato en la calle: Los soldados son uniformados y aunque se puede ver sus caras, sus gorras confundan sus rostros. Su individualidad desaparece. Los policías están cubiertos con escudos corporales que esconden totalmente su identidad.  En estas condiciones no hay la posibilidad de asignarles responsabilidad individual para sus actos, y esto también es enfatizado por sus superiores.

martes, 23 de mayo de 2017

Fantasía 1




Entonces el Gengis Nicolás miró a los informes sobre los muchos detenidos para quienes ya no quedaba espacio, y su arsenal de gases lacrimógenos, y sus libretas de bancos internacionales en que no había espacio siquiera para añadir un solo cero más a los billones que tenía depositados, hizo un cálculo rápido, y tomó una decisión.  
-“¡Cilia!” gritó, “ya estoy cansado. Vamos a jubilarnos e irnos a vivir en la dacha que tenemos en las afueras de Moscú. Dile a Padrino para que nos prepare el avión.” Cilia le miró: 
-“Pero prefiero el apartamento en París.” Gengis la contestó con fastidio: 
-“Tú sabes que con Macrón, ya las cosas no son tan buenas.” Cilia agarró el celular y llamó, pero tapó el auricular: 
-“Dice que lo hace sólo si hay espacio para él y los suyos. Esto incluye los siete doberman.”
 -“¿Pero qué se ha creído el estúpido ese? Que viajen abajo con los baúles de oro.” 
Habiendo hecho el acuerdo, las varias familias elegidas, junto con sus mascotas y sus arcas, se montaron en el avión y se despegaron. La aeronave subió y subió y desapareció en una gruesa nube: nadie en Venezuela supo de ellas más nunca. 

domingo, 21 de mayo de 2017

Rinocerantes en Venezuela



La violencia tiene que terminarse. El odio tiene que repensarse. Nos vamos convirtiéndonos en monstruos.

"Rinoceronte" es una obra teatral de Eugène Ionesco publicado en 1959. Es la historia de una epidemia, en que las personas se contagian una tras la otra, transformándose de humanos a grandes paquidermos. Originalmente fue una metáfora sobre el efecto de las ideologías totalitarias que absorban la voluntad de los individuos.

Creo que hoy en día en Venezuela la metáfora puede aplicarse al contagio del odio. ¿Andaríamos todos con cuernos afilados sobre las narices dentro de poco? ¿Qué antídotos hay contra esto?

Ricardo III y Venezuela


Esta tarde vi Ricardo III de Shakespeare en su maravillosa versión de la BBC con Simon Russell Beale. Es fácil ubicar los personeros del gobierno actual de Venezuela en el drama.

La obra termina con el final del tirano Ricardo, y la asunción al trono de un rey justo y unificador. El último parlamento dicho por Richmond (ahora el recién coronado Henry VII) es de esperanza.

Deseo lo mismo para Venezuela. 

“Vamos a unir la rosa blanca y la roja:
Sonríe el cielo sobre esta justa conjunción,
¡Hace tanto tiempo que han frustrado su amistad!

Inglaterra, enloquecido desde hace tiempo, tiene cicatrices;
El hermano ciegamente derramó la sangre del hermano,
El padre mató a su propio hijo,

Todo esto dividía York y Lancaster,
Divididos en su terrible división,

Que sus herederos, Dios, si tu voluntad así lo es,
Enriquezcan el tiempo a venir con paz serena."


sábado, 20 de mayo de 2017

Comunicado público COFAVIC

Asunto: Comunicado Público COFAVIC: Juzgar civiles en tribunales militares es abandono completo del Estado de Derecho
Comunicado público
Caracas, 8 de mayo de 2017

Juzgar civiles en tribunales militares es el abandono completo del Estado de Derecho.

COFAVIC debe expresar su más grave preocupación ante el conocimiento, según información pública disponible de la existencia de más de 250 civiles que están siendo sometidos a la jurisdicción militar, dado que esta acción no solo configura una gravísima violación de los derechos humanos y por tanto de los valores superiores del ordenamiento jurídico, sino que además es una de las más determinantes rupturas de la Constitución y al mismo tiempo se traduce en la posibilidad efectiva de que a partir de esta situación se haya abandonado por completo el Estado de Derecho y estemos frente a un tutelaje militar inaceptable e incompatible con las mínimas garantías judiciales que deben existir en un gobierno civil y democrático.
El uso de la jurisdicción militar para el juzgamiento de civiles no está previsto en nuestra Constitución, ya que suspende las normas básicas de protección de los derechos humanos. Ningún conflicto por el cual se atraviese, por grave que sea, sirve de argumento para que el Estado renuncie a la aplicación de las protecciones y salvaguardas del Derecho Internacional de los Derechos Humanos y de lo consagrado en la Constitucion vigente, pues todas las personas sujetas a la jurisdicción del Estado tienen el derecho inalienable de contar con las protecciones y garantías de dicho marco normativo, independientemente de la gravedad del delito que pudieren haber cometido.
Nuestra Constitución establece expresamente en su artículo 49 que el debido proceso se aplicará a todas las actuaciones judiciales y administrativas y, en consecuencia:..(4) Toda persona tiene derecho a ser juzgada por sus jueces naturales en las jurisdicciones ordinarias, o especiales, con las garantías establecidas en esta Constitución y en la Ley. Ninguna persona podrá ser sometida a juicio sin conocer la identidad de quien la juzga, ni podrá ser procesada por tribunales de excepción o por comisiones creadas para tal efecto.
También, la Constitución en el artículo 261 establece de manera específica y determinante que la comisión de delitos comunes, violaciones de derechos humanos y crímenes de lesa humanidad, serán juzgados por los tribunales ordinarios. La competencia de los tribunales militares se limita a delitos de naturaleza militar.
La existencia efectiva de garantías judiciales se asienta sobre la independencia de quienes deben ejercer funciones judiciales, marco del principio constitucional de acceso a la justicia, que configura uno de los elementos medulares de la existencia del Estado social y de Derecho. Siguiendo esta afirmación, como lo han indicado sistemáticamente los órganos interamericanos y universales, las condiciones más relevantes para asegurar la independencia, imparcialidad y competencia de los tribunales están, entre otros: la manera en que se nombra a los jueces, las calificaciones exigidas para su nombramiento, la duración de su mandato y las condiciones que rigen su ascenso, traslado y cesación de funciones y la independencia efectiva del Poder judicial con respecto al Poder Ejecutivo.
La jurisprudencia y la doctrina del Derecho Internacional de los Derechos Humanos, ha señalado sistemáticamente que la jurisdicción militar no goza de garantías suficientes de imparcialidad e independencia para asegurar un debido proceso, no solo para las víctimas sino a los propios procesados. Los tribunales militares son más un mecanismo de disciplina que de administración de justicia, tal y como reiteradamente lo ha establecido tanto la Corte Europea de Derechos Humanos como la Corte Interamericana. Los jueces y fiscales militares hacen parte, en su mayoría de la estructura de mando jerárquica, inherente a la estructura armada, y dependiente del Poder Ejecutivo.
El Derecho Internacional ha establecido una serie de estándares pro persona para las garantías del debido proceso, los cuales establecen, en esencia, que el alcance de la jurisdicción militar, al tener un carácter especial o excepcional, tiene igualmente un alcance restrictivo, por lo que “debe estar excluido del ámbito de la jurisdicción militar el juzgamiento de civiles y solo debe juzgar militares por la comisión de delitos o faltas que por su propia naturaleza atenten contra bienes propios del orden militar”.
La Corte Interamericana de Derechos Humanos, al igual que las líneas jurisprudenciales y doctrinales de carácter universal, han dejado en claro en su jurisprudencia que “en un Estado democrático de derecho, la intervención del fuero militar ha de ser restrictiva y excepcional de manera que se aplique únicamente en la protección de bienes jurídicos de carácter castrense que hayan sido vulnerados por miembros de las fuerzas militares en el ejercicio de sus funciones”[i]. Asimismo, el Tribunal Interamericano ha establecido que “la jurisdicción militar no es el fuero competente para investigar y sancionar a los autores de violaciones de derechos humanos, sino que el procesamiento de los responsables corresponde siempre a la justicia ordinaria” para evitar impunidad y garantizar el derecho de las víctimas a un recurso efectivo y a la protección judicial.[ii]
El Tribunal Interamericano estableció que “constituye un principio básico relativo a la independencia de la judicatura que toda persona tiene derecho a ser juzgada por tribunales ordinarios con arreglo a procedimientos legalmente establecidos”, por lo que el Estado “debe crear tribunales que apliquen normas debidamente establecidas para evitar la sustitución de la jurisdicción que corresponde normalmente a tribunales ordinarios”[iii], por lo que “cuando la justicia militar asume competencia sobre un asunto que debe conocer la justicia ordinaria, se ve afectado el derecho al juez natural y, a fortiori, el debido proceso”[iv].
De igual forma, es cuestionable la imparcialidad cuando los tribunales militares suelen estar insertos en estructuras castrenses jerarquizadas, lo cual se manifiesta en que, por ejemplo, es un órgano del propio ejército el que determina los ascensos, incentivos profesionales, y la asignación de funciones de sus inferiores[v].
De esta forma, son dos los criterios centrales que deben ser satisfechos para que el ejercicio de la jurisdicción militar sea consistente con los estándares interamericanos y universales: (1) el acusado y la víctima deben ser miembros activos del ejército, y (2) el delito debe ser de naturaleza castrense y cometido por militares en el ejercicio de sus funciones. En todos los demás casos, el derecho al juez natural debe prevalecer.
Finalmente, es relevante señalar que la Constitución en su artículo 337, sobre los Estados de Excepción, deja claramente establecido que el derecho al debido proceso no es susceptible de suspensión ni restringible en ninguna circunstancia alegada, al igual que el derecho a la vida, la prohibición de incomunicación o tortura, el derecho de información y los demás derechos humanos intangibles.
Por todo lo anterior, instamos al Estado venezolano a que:
1. Se respete el debido proceso y las garantías judiciales de todas las personas privadas de libertad y que cuyas detenciones estén, sin excepciones, bajo el control constitucional del Ministerio Público y en la jurisdicción ordinaria, tal y como está previsto en la Constitución y en los Tratados y Pactos internacionales suscritos y ratificados por la República. Asimismo, se dé inmediata libertad a todas aquellas personas que tengan una decisión al respecto sin más dilaciones.
2. Sus autoridades cumplan con sus obligaciones constitucionales e internacionales en materia de derechos humanos, incluyendo la obligación de respetar, facilitar y garantizar las manifestaciones y protestas, respetando y garantizando el derecho a la vida e integridad personal de los manifestantes y excluir de manera determinante para el control de las protestas sociales: el uso de gases tóxicos, armas de fuego y métodos de castigo y persecución a los participantes de la manifestación y a todo ciudadano que se encuentre en la zona donde se lleva a cabo la misma. Cesen los ataques a zonas residenciales, Iglesias, comercios, hospitales, centros de salud, centros educativos y en general sitios donde las personas desarrollan su vida, dado que estos actos represivos configuran crímenes de lesa humanidad.
[i] Cfr. Corte IDH, Caso Nadege Drozema v. República Dominicana, fondo, reparaciones y costas… párrs. 187.
[ii] Ibídem, párr. 187
[iii] Cfr. Corte IDH, Caso Castillo Petruzzi y otros v. Perú, fondo, reparaciones y costas… párr. 129.
[iv] Ibídem, párr. 128
[v] Cfr. Corte IDH, Caso Castillo Petruzzi y otros v. Perú, fondo, reparaciones y costas… párr. 130
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Guerra civil


El gobierno de Venezuela está esperando que las protestas se tornen violentas y que haya finalmente algo que puede llamarse una guerra civil.  Es la única manera que Nicolás y sus esbirros puedan ganar ahora. Como Bashar al-Ásad en Siria, Nicolás necesita sacar todo su armamento y con ello diezmar al país y sus habitantes.  Contra armamento pesado la población estaría indefensa y él permanecería al salvo en Miraflores.

Si se puede mantener disciplina en las protestas y proteger su naturaleza esencialmente pacífica, la fuerza moral atraerá a los demás gobernantes y eventualmente suficientes miembros de las fuerzas de orden para que las órdenes del dictador queden vacías y sin ejecutores.


Es necesario controlar a los guarimperos. Ellos son ahora nuestra principal debilidad. 

El papel de Cuba, Colombia y los EEUU



Lo dijo Cisneros. El final del régimen en Venezuela depende de Cuba, Colombia y EEUU. Luego Iván Duque (senador colombiano del Centro Democrático) mandó una carta a la Corte Penal pidiendo que se enjuiciara a Maduro por crímenes de derecho internacional, apoyada por 80 senadores colombianos, diputados venezolanos y varios miles de ciudadanos. En su discurso de presentación de la carta sentenció una verdad de perogrullo: la libre determinación de los pueblos no es excusa para permitir el abuso sistemático de los derechos humanos.

En Venezuela hay una dictadura. Una dictadura que irrespeta la constitución (votada en 1999), no convoca a elecciones (en su lugar convoca a una “Constituyente” la mitad de cuyos integrantes serían escogidos “a dedo” por el gobierno), mata y tortura gente, lleva a civiles ante tribunales militares, ha creado grupos paramilitares (grupos armados al margen de la ley con protección gubernamental) que disparan contra manifestaciones pacíficas y a despecho de una élite que goza de los mayores privilegios (con sus hijos viviendo en el extranjero), tiene sumida a la población en la mayor de las miserias sin poder conseguir alimentos ni medicamentos de primera necesidad. La ministra de salud, recientemente destituida por hacer públicos estos datos, denunció un incremento de 30% en muertes de infantes, 65.79% de mortalidad materna y 76% de aumento de casos de malaria, por solo mencionar un reporte (la CEPAL augura un decrecimiento del 4.7% en el PIB para Venezuela este año y eso se calculó antes del comienzo de las protestas). También, hay que decirlo, es una dictadura que se ha beneficiado de controles demasiado laxos. En medio de una opacidad feroz, surgen por aquí y por allá denuncias en juicios internacionales, que involucran a altos personeros del gobierno y efectivos de las fuerzas armadas en actos de corrupción, contrabando y tráfico de drogas. Algunas voces señalan un desangre de más de 900 mil millones de dólares en estos 18 años. Un nueve con 11 ceros.

Sin embargo, algunos (demasiados) de los gobiernos de la región aun dudan. Algunos escriben cartas públicas alabando al Socialismo del siglo XXI y sus logros, o directamente apoyando a Maduro. Otros lo invitan a su toma de posesión. En la CELAC no hubo quorum. La OEA avanza lento, a pesar de ella, impulsada por su valiente secretario general. En general, al mundo le ha costado tomar una decisión directa, sin dudas. Dicho sea de paso, como no dudó el gobierno venezolano en los 70 y 80, al aceptar la inmigración del cono sur al momento de las terribles dictaduras que lo asolaron. Dudan, según dicen, por principios complejos, que no entendemos nos explican, que nos trascienden. Mientras, el gobierno en Venezuela impide elecciones, envía a tribunales militares a civiles detenidos, asesina y tortura. Niños, adolescentes. En nombre de principios demasiado complejos de enunciar, se perdonan crímenes demasiado simples de entender.

Para intentar explicar, vale la pena revisar algunos hechos. Cuba depende del petróleo venezolano y del pago de servicios. Algunos dicen que, de cambiar las cosas en Venezuela, y de cesar el actual apoyo, su PIB podría descender en un 20 a 25%. Colombia está en medio de un proceso de paz. Uno de los temas más difusos en este proceso corresponde al problema de las FARC y el tráfico de drogas. Algunos señalan que el 30% de la droga que sale de la región hacia Europa y EEUU lo hace por Venezuela. Otros señalan que parte de los contingentes de las FARC, aún permanecen en territorio venezolano encargados del negocio y no está claro el rol del ELN o de Hezbollah en este tráfico. Aun otros señalan la complicidad regional en compra-venta de bonos país que hicieron millonarios a más de uno. Pero nada de esto puede saberse debido a la tremenda opacidad que envuelve al gobierno de Maduro. Lo que si es cierto es que, de cambiar las cosas en Venezuela, negocios como el de la droga, financiamientos internacionales poco claros, o tráfico de armas se verían seriamente amenazados. Así pues, en este enorme rompecabezas que significan la paz en Colombia, la continuidad del régimen en Cuba o el tráfico de drogas y armas, hay que preguntarse además de Cuba quién se beneficia. Cuál es el rol de Ecuador, Bolivia o “las izquierdas”. 

El apartheid se acabó en Suráfrica cuando resultó imposible seguir inventando excusas, ni siquiera en el mundo de la guerra fría. Ahora hay que hacer lo mismo. No puede haber excusas para no salir en apoyo a la democracia en Venezuela: elecciones, respeto a la AN, liberación de presos políticos, derecho a la protesta pacífica, no al enjuiciamiento en cortes militares de civiles y no a la tortura. No puede haber excusas para seguir apoyando esa dictadura, so pena de quedar en evidencia ante el mundo. No puede quedar impune políticamente aquel que comente, que aunque hay abusos, es necesario actuar con cautela para no favorecer a “las derechas”. Si algo nos debió haber enseñado el siglo XX, es que esa no es una opción viable. Hay que pedirles una posición clara y sin ambigüedades a los actores que pueden tener peso específico en la lista anterior de beneficiarios. Que no puedan seguir mirando hacia el otro lado a precio de graves consecuencias en sus bases sociales o electores. Así, no debe quedar partido de izquierda en el continente o Europa que no pague este precio. El mundo tiene derecho a saber quién apoya la democracia y quién no. Comenzando por Colombia y su paz.

Carenne Ludeña

¿Venezuela en llamas?



No queremos una hoguera (guerra civil, muertos, escasez). Las llamas productivas están en las velas de los que protestan pacíficamente, no en las botellas de gasolina que se lanzan a los camiones de la GNB. Las acciones de las fuerzas de orden y los colectivos son totalmente censurables y deben ser juzgados por violar los derechos humanos de los venezolanos. Pero no debemos dejarnos representar por los guarimberos.  

En vez de estar reforzando el miedo  y el odio de los miembros de las fuerzas de orden, deberíamos estar convenciéndolos a unirse a un proyecto viable de democracia y paz.

Queremos un gobierno democrático, debates libres sobre el espacio social y político y respeto mutuo. 

Para lograr esto necesitamos una estrategia, no adolescentes en la calle lanzando cosas y muriéndose en nombre de algo que no se ha definido todavía. 


sábado, 13 de mayo de 2017

Los héroes son para las novelas infantiles.



Las únicas vías de salvación para Venezuela ahora son:

a)  repensar su fundación heroica y 
b)  eliminar su dependencia rentista.

¿Cómo se puede resignificar esta fundación heroica?  Los héroes necesitan personas que pueden salvar, es decir, seguidores débiles. Luego requieren que les hagamos estatuas en bronce sobre de sus briosos caballos y que las ubiquemos en nuestras plazas públicas, para que nunca tengamos aspiraciones de autonomía.

Quienes son autónomos, capaces, pensantes y que gozan de recursos propios no tienen que apoyarse en una figura fuerte, porque son fuertes ellos mismos. En Venezuela la población se está revelándose como independiente;  sus ciudadanos están elaborando su propio futuro democrático. Están pensando en cómo reparar su infraestructura, cómo recrear sus hospitales y escuelas y como negociar sus diferencias.

En el país hay que comenzar a producir y sembrar. Hay que comer lo que se cosecha de los propios campos agrícolas y construir la maquinaria de la prosperidad  aquí mismo.

Una manera de adueñarse de un gobierno democrático es sostenerlo con impuestos que provienen del fruto del trabajo de los ciudadanos. Es así como tendríamos el derecho de exigir de los gobernantes conductas honestas y sobrias.

No necesitamos un salvador, sino administradores democráticos y legítimos, que son dispuestos a representarnos en la construcción del bien común. 

No tenemos que pedir permiso a un caudillo o un militar. Los héroes son para las novelas infantiles.

martes, 9 de mayo de 2017

¿Existen la derecha y la izquierda todavía?



En los últimos años se ha hecho más clara la identidad esencial entre los gobiernos totalitarios. El viejo sistema de clasificarlos como los extremos de la política derecha e izquierda va perdiendo sentido. 

Por ejemplo, la participación política se ha visto mermado en ambos sistemas: los soviéticos dieron “todo el poder a los soviets” para eliminar la concurrencia de grupos que se oponían a Lenin. En 1933 los nazi de Alemania encarcelaron a sus rivales, tanto los candidatos como mucho de los votantes. El mismo procedimiento ha sido usado en muchos lugares desde entonces en diferentes lugares incluyendo Putin en Rusia, Erdoğan en Turquía y ahora Maduro en Venezuela. Es decir, por medio de variadas tácticas la base electoral es reducida para facilitar la continuación en el poder de un solo personaje.

 Las economías totalitarias se reducen a entidades controladas por el gobierno en el poder. Las cooperativas soviéticas, las corporaciones fascistas (como los de Gustav Krupp) y los “enchufados” de la Quinta República en Venezuela compartan la característica de apoyar y aceptar las políticas del dictador. En todas las tiranías se usurpa o nacionaliza propiedades particulares para el beneficio de quienes detentan el poder.

Finalmente, todos los sistemas totalitarios se apoyan en una fuerza militar y de los sicarios que eliminan o intentan destruir cualquier disidencia. 

A estas alturas deberíamos estar hablando de prácticas democráticas, por ejemplo sistemas parlamentarios, sistemas uni- o bi- camarales de la legislatura, el papel del poder judicial y las diferentes opciones de consulta popular. Tenemos que pensar en la posibilidad de legislación para promover la salud y la educación universales. Es necesario considerar los efectos del calentamiento global y los daños ecológicos.  

Tenemos que ir olvidándonos de las derechas y las izquierdas que ya no significan nada.  

lunes, 8 de mayo de 2017

Los Soldados de Salamina


Siempre llego atrasada a los buenos libros. La semana pasada terminé de leer “Soldados de Salamina” de Javier Cercas, y todavía sus resonancias retumban en mi cabeza. 

Se trata de varias personalidades de la Guerra Civil de España, especialmente Rafael Sánchez Mazas, dirigente y fundador del Fascismo en los años 30. Se centra en un incidente al final de la guerra cuando Sánchez Mazas se escapa de un fusilamiento masivo y luego es socorrido  por fugitivos republicanos. Uno en particular lo proteja de manera anónima al no revelarlo en un bosque a una banda de soldados que lo  buscan. Cercas intenta descubrir quién fue este salvador, y en el proceso recrea la vida de los protagonistas durante y después de las hostilidades.

Claramente no se han acabado los cuentos e historias de aquellos tiempos. Son de alto drama humano, y ofrecen una mirada especial sobre cómo las ideologías tragan las vidas de las personas comunes. No es que los gestos políticos no tengan valides; más bien hay que pensar que la vida es más complicada que los eslóganes que reducen las enmarañadas  luchas de poder, las causas importantes y las lealtades a líderes particulares a frases de dos o tres palabras. La gente se mata en nombre de símbolos  como  el yugo y flechas, la esvástica, el martillo y hoz o el simple color de un uniforme.

Hay una historia verídica que me contó una mujer gallega que ha hecho su vida en Venezuela: su padre era falangista como todos los hombres de la región donde ella nació que salieron a defender la patria y la iglesia. Al regresar enterró su escopeta en una pradera cercana diciendo que lo hacía “para que no mate a nadie nunca más…”


Lo interesante de la historia de Cercas es que las lealtades políticas de sus personajes (que eran personas reales) rebasaron aquellas lealtades fatídicas en un momento central de sus vidas.

sábado, 6 de mayo de 2017

Los crímenes contra los Derechos Humanos



El título de este artículo en El Nacional, "Malditos, van a morir", es atribuido por el autor a los Guardias Nacionales que lo gritan mientras cometen homicidios, en este caso contra los muchachos que manifiestan en la calle. Hay dos reflexiones importantes al respecto:

a) Los Guardias están bajo el control cognitivo y emocional  de la jerarquía de su cuerpo cuasi-militar. Es un estado lamentable para cualquier ser, pero no le exime al soldado individual de la responsabilidad de sus actos. Serán enjuiciados. Es importante para la Oposición hacer llegar este mensaje a los niveles bajos de las fuerzas de orden. 
b) Es igualmente importante que la Oposición no caiga en la misma trampa. Violencias de parte de quienes protestan en este momento no conducirán a un desenlace democrático a la crisis que vivimos. 
La cita de abajo viene del artículo. 

"Como cómplices son todos los que, por conveniencia y beneficio –económico– propio avalan las atrocidades de un régimen que, a todas luces, es culpable. Porque, tan delincuente es el colectivo que roba y mata bajo el amparo de la GNB, como el enchufado que cobra por contratos que nunca se ejecutan, o el funcionario público que recibe comisiones que van a parar a las cuentas de sus testaferros."

Referencia
http://www.el-nacional.com/noticias/columnista/malditos-van-morir_180733

viernes, 5 de mayo de 2017

El experimento de Stanford


Al ir creciendo aprendemos muchos roles, algunos de experiencia propia y otros a partir de nuestra cultura por medio de novelas, televisión, películas y los medios noticieros. Algunos involucran conductas que normalmente no demostraríamos, y que contienen niveles de crueldad o pasividad que no aceptaríamos, ni para nosotros, ni en los demás.
En la Universidad de Stanford en 1971 esto se demostró cuando se intentó investigar los efectos psicológicos del poder sobre personas “normales”, asignando a estudiantes (al azar) los roles de prisioneros y guardias de prisión. Algunos participantes asumieron sus roles guardia con tanta saña que hubo la necesidad de detener la experiencia. Dos de los "prisioneros" dejaron el experimento, pero otros asumieron papeles de pasividad, o inclusive intentaron “escapar” como si no tuvieron la opción formal de salir con una simple petición a los organizadores, ya que de hecho no eran de verdad presos. Desde entonces, el experimentador Philip Zimbardo ha publicado reflexiones sobre la experiencia y una película comercial fue hecha en base a ella.
¿Qué lecciones podemos sacar de esto para entender nuestra situación actual de descontento político? Primero nuestra conducta no depende sólo de nuestro “carácter” personal y nuestro propio sistema de ética. Reaccionamos tal como pensamos que nuestra cultura requiere. Segundo, en situaciones como las que experimentamos ahora en las protestas en Venezuela, algunas prácticas extremas son modelados para nosotros, y las asumimos sin grandes críticas. Por ejemplo, muchos soldados que reprimen las marchas en la actualidad, no usarían tanta saña si estuviesen solos y si no fueron influidos por los roles que les han asignados. Tercero, una opción frente a esta aceptación irreflexiva de roles podría ser cuestionarla. Podríamos ofrecer otros modelos que ponen en duda él del soldado agresivo y intolerante frente a “enemigos” -que a fin de cuenta son sus vecinos y conciudadanos que simplemente quieren democracia y justicia social-.

lunes, 1 de mayo de 2017

¿Por qué las guerras?

Tengo una larga memoria. Puedo recordar el fin de la Segunda Guerra Mundial, la de Corea, la de Vietnam, las del Medio Oriente, La Guerra Fría y probablemente otras. Veo ahora los viejos países enemigos son amigos o están estrechando lazos entre sí. Y los aliados de antes ahora se miran con suspicacia. Corea del Sur está firmemente aliado a sus viejos antagonistas aunque Corea del Norte sigue en una situación bélica reglamentada por una frágil tregua. Me pregunto: ¿Qué es lo que nos motiva a matarnos mutuamente?
Por regla general los antagonismos no surgen de los ciudadanos comunes, aunque sean ellos los instrumentos finales de las matanzas. Ellos son arrastrados a actuar por influencias que no manejan y que generalmente no entienden. Una de estas influencias es el afán de poder de individuos que saben encaramarse sobre las lealtades equivocas y pequeños odios ya existentes en las poblaciones. Si tenemos miedo atávico (y por ende odio) a los chiita, o a los suní, o los judíos, o a los tutsis, o a los hutus o a los mexicanos, o a los migrantes en general, siempre habrá un ambicioso que nos lo recordará y lo magnificará para sus propios propósitos. Somos todavía miembros de nuestras tribus ancestrales. También nos pueden movilizar por creencias: no hace mucho los protestantes y los católicos se mataban entre sí en Irlanda. Los comunistas contra los no comunistas. Los fascistas contra todo el mundo. Y mirando atrás a la historia: los seguidores del faraón egipcio Akenatón y su culto heliolátrico se opuso al poder clerical de los sacerdotes tebanos con resultados nefastos para su familia y sus seguidores. Los antagonismos religiosos se vuelven indistinguibles de las peleas por la tribu: los babilonios contra los asirios contra los idumeos contra los filisteos contra los egipcios contra los hititas contra los hebreos…. Es decir, nuestros líderes se benefician de nuestras referencias tribales para dominarnos. También el acceso al armamento conduce a la guerra. Hay grandes intereses económicos en la producción y distribución de instrumentos letales de todo tipo. Además estas industrias y negocios están fuertemente ligados a otros tipos de producción económica como maquinaria pesada, los conglomerados de petróleo y todo que tiene que ver con computación y el mundo digital. Tan pronto que un lote de armamento se usa (se destruye) hace falta reemplazarlo o crear otros enseres más letales aún. Es el negocio ideal. Pero parece que en nuestros orígenes no fuimos tan guerreros. En un interesante artículo Brian Ferguson (2005) dice que aunque más que 90 por ciento de todos los pueblos han “hecho guerra”, y 25 por ciento de los hombres adultos han terminado sus vidas en el combate, no hay indicaciones de guerra en los restos arqueológicos más antiguos de la humanidad. Sólo se puede decir que para el año 5.500 en Anatolia la Guerra era frecuente. ¿Qué nos conduce a pelear? Los sociólogos, los psicólogos, los politólogos, los antropólogos y los demás que nos dedicamos a las ciencias sociales deberíamos abocarnos en masa e estudiar esto. Referencia: Ferguson, R. Brian (2005). Tribal warfare and "ethnic" conflict. Cultural Survival Quarterly Magazine. Disponible en: https://www.culturalsurvival.org/publications/cultural-survival-quarterly/tribal-warfare-and-ethnic-conflict
 
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