sábado, 9 de abril de 2016

Las ventanas rotas y su efecto sobre nosotros



¿Por qué están tan feos los espacios públicos en el Gran Caracas ahora? ¿Serán reflejos del encogimiento del alma que estamos sufriendo todos? 

De esto hablé con un amigo esta mañana. Y recordé con él los esfuerzos del artista cinético Juvenal Ravelo con su arte participativo cuando transformaba zonas de fachadas tristes en espacios de de murales coloridos. Pero es más: Ravelo transformaba también a la gente que vivía en aquellos lugares, de personas desganadas a ciudadanos preocupados por el bien de sus comunidades. 

La fealdad es contagiosa, pero también la belleza suele multiplicarse y transfigurar a quienes habitan en ella: ella se transforma en generosidad, amabilidad, cortesía y conciencia. 

El espacio público es un reflejo de nuestro ánimo, pero también nos marca: habitar entre basura, podredumbre y vidrios rotos nos convierte en su semejanza. Comenzamos a semi-vivir también como si fuéramos escombros urbanos, apáticos y deprimidos.

Para sobrevivir en nuestra humanidad tenemos que –cada uno desde su vida individual- sembrar árboles, recoger basura, reparar lo dañado y regar gracia por el entorno. Es la única manera.

Si queremos cambio hay que organizar las comunidades, no para ajusticiar a supuestos maleantes, sino a recoger, pintar y subsanar. 

Todo esto está recogido en el libro de Ligia Mujica de Tovar sobre el trabajo de Ravelo, "Arte de Participación en la Calle". También George Kelling y James Wilson escribieron sobre los efectos del deterioro ambiental en 1982.

Referencias:

1.  Ligia Mujica (2008), Arte de Participación en la Calle.

2. George. L Kelling y JamesWilson  (1982). Broken Windows (1982). The police and neighborhood safety
March Issue.  Disponible en:  http://www.theatlantic.com/magazine/archive/1982/03/broken-windows/304465/
 
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