sábado, 26 de abril de 2014

El padre malvado de Hamlet

cabo de ver una versión modernizada de Hamlet, dirigida por Michael Almereyda, y reproducida por Film&Arts. Hamlet fue actuado muy creíblemente por Ethan Hawke, y Julia Stiles fue la inocente y trágica adolescente Ophelia. Realmente me gustó mucho aunque no siguieron al pie de la letra a la obra de Shakespeare. Varias reflexiones me surgen que normalmente no me ocurren.

La que contaré ahora es el mandato del padre:  el rey muerto no es un gran hombre bueno como él mismo relata; repito su parlamento en el original y en español*:

Pero este hombre, que en vida fue el rey de Dinamarca, ha sido asesinado, y aparece en la forma de una fantasma a exigir venganza a mano de su hijo.  Su necesidad de desquite está alimentada por el sufrimiento de haberse muerto sin la absolución de la iglesia, y por ende la subsecuente condenación al infierno que sufre –por un tiempo-. El problema es que Hamlet perderá todo, y el malvado padre tiene que haberlo sabido desde el otro mundo que ahora habita.
Al ver a Hamlet siempre he pensado en las locuras, la del protagonista y la de Ophelia, pero no sé si esta versión actualizada ha dado otro énfasis, o si de repente percibo otros matices. Ahora veo el fantasma con un papel más importante: es un malvado narciso que emana mal sobre todo el mundo en la obra. Esto, claro está, no implica que el nuevo rey -verdugo y usurpador-, tenga algo que admirar.
Los padres muertos pueden ser implacables en sus exigencias irracionales.

*Nota: la traducción es mía. 
 
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