miércoles, 4 de marzo de 2009

Los Taliban y la paz

Fuente

Lagan: Tras las líneas

Acabo de ver un reportaje del BBC, reproducido en Vale TV, un canal venezolano de televisión en que un reportero entra en Afganistán con cámaras ocultas para fotografiar a los Taliban en los desiertos y en Kabul, ciudad controlada por este grupo insurgente. Recomiendo el programa pero brevemente quisiera describir algunas de mis propias reacciones al documental.

No he podido encontrar referencias en línea a este reportaje, por lo menos con traducciones literales del título tal como fue presentado por la emisora venezolana. Pero tengo algunas observaciones:

Primero, con respecto al reportero, tengo que decir que captó la ingenuidad de sus entrevistados pero aún más, demostró sus propias gríngolas ideológicas. Es decir, encontró mucha gente dispuesta aceptarlo como huésped y ser humano, pero no pudo retribuir estos sentimientos en el grado en que se le ofrecían.

Segundo abrió temas importantes que sus anfitriones no estaban en condiciones para discutir con él; por ejemplo, sobre los derechos humanos. Creo que las preguntas que planteó el reportero son importantes: el valor de la disidencia, los derechos de las mujeres y la importancia de diálogo con culturas distintas.

El fundamentalismo de los Taliban les dificulta apreciar la viabilidad de soluciones culturales distintas a las suyas, pero no son los únicos que sufren de miopía étnica, por ejemplo, muchos ingleses padecen de limitaciones similares. El mismo reportero no pudo entender las razones de sus entrevistados cuando salían de sus propias demarcaciones ideológicos.

Tercero, y más importante, es que no pudo aprovechar la oportunidad para captar al Otro como un interlocutor válido. No pudo apreciar las circunstancias de sus viidas: creo que los Taliban, debido al proceso histórico que viven, no pueden cumplir con el requerimiento mínimo de tomar en cuenta la Declaración Universal de los Derechos Humanos porque su atención está dirigida a un asunto más fundamental: la supervivencia. Es decir, su atención está absorbida totalmente por la primera y más trascendente de los derechos: la de la vida.

Finalmente quisiera apuntar mi propia reacción afectiva a las personas que vi retratadas en el programa: sentí que eren seres generosos que confiaron en su interlocutor. No entendieron porque éste no dejaba crecer su barba como requiere su propia interpretación del Corán, pero aceptaron que se trataba de un cristiano que sinceramente quería saber más sobre el Islam. Las explicaciones que dieron para otros aspectos de sus vidas parecieron verisímiles dentro de aquel mundo de condiciones extremas donde se encuentran en la actualidad: un hombre explicó las restricciones sobre las mujeres (la obligación de usar la burka, por ejemplo) como una protección en una región aquejada de sucesivas guerras y violencia.

Me dio gran dolor pensar que de nuevo se habla de llenar aquella tierra de soldados y destrucción. Tiene que ser que la gran mayoría de los afganos quieren paz -como quisiéramos todos en la misma situación- inclusive la mayoría de los Taliban.
 
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