jueves, 9 de mayo de 2013

Los perros amigos y los perros guardianes

Candil hace algunos años con mi nieto

Quisiera escribir algo sobre el trata-miento que se dan a veces a las mas-cotas. Reconozco que peco en la otra dirección, que mi perro es mi pana que me acompaña por donde voy por la casa, que se acuesta a mi lado cuando leo o trabajo en la computadora, y que duerme en la cocina sobre un colchón con una sábana limpia todas las noches, después de tomar un bol de leche caliente.

Probablemente no hace falta que todo el mundo adopte un animal como un amigo, aunque los perros sean amigos inigualables. Y por los momentos mi preocupación no se dirige al maltrato en sí: éstos que me motivan a escribir ahora son animales bien alimentados, y en general no se les pegan. Más bien el problema es que pasan todo el tiempo encadenados a un poste o un árbol fuera de las casas de sus dueños como supuestos “guardianes”, es decir, su única función es ladrar a quienes pasan de cerca.

Pero mueran de tristeza. 

Hay varios perros cerca a mi casa que nunca reciben un cariño, nadie les habla, son considerados bestias inferiores. No se les liberan de sus cadenas nunca -pero nunca –ni de noche y ni para comer, ni en la lluvia, ni cuando los truenos asustan. Cuando paso cerca les digo: “Lo lamento tanto”, como si fuera un pésame. Y ellos dejan de ladrar para mirar a esta curiosa mujer que conversa con ellos. ¡Qué pena!
 
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