En los tiempos actuales en Venezuela, cuando una nueva democracia se asoma de los escombros de una dictadura de veinte años, es importante revisar el papel estadounidense en el movimiento de liberación. El país del norte ofrece su apoyo al Presidente (interino) Juan Guaidó en su oposición a Nicolás Maduro. Se reconoce que el reclamo que hace Maduro a la presidencia se basa en elecciones fraudulentas. Además, más de 84% de la población venezolana apoya a Guaidó, y en él se centran grandes esperanzas para establecer un gobierno legítimo, liberal y constitucional.
Sin embargo, para muchos observadores el apoyo de los Estados Unidos causa preocupación. El gobierno estadounidense tiene tendencias populistas actualmente. El enviado a Venezuela por parte del Presidente Donald Trump es Elliott Adams, conocido por su participación en crímenes de lesa humanidad en América Central en la década de los años 80 bajo Ronald Reagan.
Un poco de historia
El país del norte participó en violaciones importantes de los derechos humanos contra las oposiciones democráticas (y también las guerrillas) en Guatemala, Nicaragua, Honduras y El Salvador. En Guatemala apoyó a la dictadura de José Efraín Ríos Montt y la junta militar posterior. En Nicaragua también se enfrentó a la oposición sandinista a la dictadura de Anastasio Somoza Debayle. En Honduras los Estados Unidos respaldó las fuerzas militares reñidas contra toda oposición al gobierno, a la cual se le consideraba comunista. En El Salvador los estadounidenses apoyaron al Presidente José Napoleón Duarte y otros políticos de la derecha como Roberto D'Aubuisson, quien participó en el asesinato de Monseñor Óscar Romero. Otros sacerdotes como los jesuitas Ignacio Ellacuría, Ignacio Martín Baró, Armando López, Juan Ramón Moreno y Joaquín López también fueron asesinados por los militares salvadoreños. (El Padre Ignacio Martín Baró fue muy querido en Venezuela, principalmente entre los psicólogos sociales, entre los cuales me cuento.)
Especialmente de interés en mis reflexiones, en este momento, es la masacre de El Mozote en El Salvador en que murieron más de 800 civiles, incluidos niños, asesinados por tropas entrenadas por los Estados Unidos. Elliott Abrams tuvo participación organizativa en esta tragedia.
El papel de Abrams en los años 80 del siglo pasado en América Central tiene que examinarse. Si no participó directamente en crímenes contra la humanidad, los facilitó en El Salvador por medio de su apoyo a las medidas represivas del Presidente José Napoleón Duarte.
La situación actual en Venezuela
Desafortunadamente es precisamente Elliott Abrams que es el enviado especial de Donald Trump en apoyo a la oposición venezolana liderizada por Guaidó.
No hay duda de la voluntad democrática de Guaidó, y tampoco del intenso clamor para un cambio político en el país.
Es probable que el apoyo que recibe de Trump, Abrams y los demás políticos estadounidenses esté motivado esencialmente por el rechazo tradicional de estos señores a todo lo que tiene que ver con la izquierda política. Ellos identifican a Nicolás Maduro y sus colaboradores como comunistas. Sin embargo, el Chavismo, que Maduro representa actualmente, tiene poco contenido ideológico –de ningún tipo-; se trata esencialmente del afán de asirse al poder y mantenerse en él para adelantar sus propios proyectos de enriquecimiento ilícito.
En cambio, Guaidó, sí representa una visión democrática de transparencia y apego a la ley.
Por esta razón, es importante que la oposición a Maduro, dirigida por Guaidó en esta etapa de transición, mire con el necesario recelo al caballo de Troya que Abrams tal vez representa. El apoyo estadounidense es fundamental para el programa de democratización del país, sin embargo, hay que emplearlo con agradecimiento, más no con obligación.