domingo, 5 de noviembre de 2023

Herencias Culturales en Las Américas

 

 

Karen Cronick

 

Primeras reflexiones

Preguntamos ¿Por qué los países, nacidos de las colonias ibéricas, no pueden crear democracias estables? Propongo que la cultura histórica de cada lugar tiene un importante papel en la capacidad que poseen los pueblos para elaborar soluciones duraderas a sus necesidades administrativas. Las posibilidades y limitaciones tradicionales expresadas en las costumbres, las prácticas y fábulas particulares en los diferentes países europeos crearon las condiciones para la emergencia de sus colonias y luego para los países que nacieron de ellas. En estas páginas reflexionaré sobre esto, basándome sobre todo en leyendas y novelas históricas, y un muy resumido repaso cronológico de las historias de Europa y las Américas.

La cultura, pasada y presente

La cultura está en formación constante, por ende, es perpetuamente nueva, sin embargo, la memoria compartida de lo ya-andado siempre influye. Tanto los pueblos como los países y las comunidades reciben tradiciones, narraciones y documentos, y sobre ellos van elaborando su actualidad y futuro. Tal vez el pasado influye principalmente de estas cinco maneras: a) la memoria de las soluciones –exitosas o no- de los individuos, las familias y las comunidades, b) las tendencias a conquista territorial, c) la legislación, que incluye los edictos de los reyes, las instancias eclesiásticas, y las leyes que emanan de debates parlamentarios y e) los debates civiles que provienen de libros, obras de teatro y música.

Este ensayo revisa sobre todo este último renglón de influencias. En estas páginas voy a hablar de la herencia que nos llega en leyendas, novelas históricas y documentos, principalmente provenientes de Inglaterra, Francia, España, América Latina, los Estados Unidos y sobre todo de Venezuela. Comparo estas influencias entre sí, en aras de examinar los efectos de los países europeos sobre sus colonias. Consideraré la memoria compartida de las personas y colectividades menores al final.

Las conquistas y los edictos de los reyes

  La cultura de América Latina desciende de la española y la portuguesa, de tradiciones que pueden trazarse desde la edad media. Podemos compararlas con la que Inglaterra heredó a sus propias colonias, y así reflexionar sobre los diferentes caminos recorridos luego por las distintas posesiones europeas en las Américas, y los países que nacieron de ellas.

Las colonias inglesas fueron influidas por leyendas libertarias como la mesa redonda del Rey Arturo en el Siglo V (que significó la protección de los desamparados –chivalry- y la igualdad entre el rey y sus nobles), la leyenda justiciera de Robin Hood en el Siglo XIII (un forajido libertario que robaba de los ricos para ayudar a los pobres), la Carta Magna (una garantía otorgada por el rey Juan de Inglaterra a los nobles ingleses en el Siglo XIII garantizándoles respeto a sus vidas y bienes) y las reflexiones teatrales de William Shakespeare sobre el poder de la realeza y sus límites (sobre todo los de Macbeth -1623/s/f- y Ricardo III -1591/s/f). (Nota 1)

La tradición española nunca se desligó de la iglesia de Roma. Sus reinados se formaron en el ambiente bélico de la conquista de los moros, la Contra-Reforma y la Inquisición. En cambio, Inglaterra y Francia confrontaron a los sacerdotes de Roma en varias ocasiones, especialmente cuando el rey Henry XIII de Inglaterra creó la iglesia anglicana en 1534, y del rey Henri IV de Francia (el primero de los Borbones) contribuyó a una reconciliación precaria entre los católicos y los hugonotes. Los motivos que tenían los reyes para actuar de este modo tuvieron poco que ver con una nueva comprensión de la tolerancia religiosa, pero sus actos mediaron luego en las actitudes de sus pueblos sobre la posibilidad de pluralismo de credos, y perduraron en la historia. Esta tendencia a la tolerancia se asoma en la obra de Shakespeare, El Mercador de Venecia, en el personaje de Shylock, un judío que el autor pudo mirar desde variadas perspectivas. En un momento esta mirada se vuelve compasiva cuando Shylock dice:

Soy judío. Un judío, ¿no tiene ojos? Un judío, ¿no tiene manos, órganos, miembros, sentidos, deseos, emociones? ¿No come la misma comida, no le hieren las mismas armas, no le aquejan las mismas dolencias, no se cura de la misma manera, no le calienta y enfría el mismo verano e invierno que a un cristiano? Si nos pincháis, ¿no sangramos? Si nos hacéis cosquillas, ¿no reímos? Si nos envenenáis, ¿no morimos?”

Shylock termina este parlamento diciendo que la semejanza entre los judíos y los cristianos extiende también a su compartida sed de venganza. Pero Shakespeare ha creado una clara afinidad entre etnias que en esta época se marcaban por sus diferencias y sectarismos. 

Cuando llegó el momento de una apertura a las ideas de la Ilustración, Inglaterra y Francia la acogieron –con ciertos recelos y resistencias-. España, en cambio, se quedó con las estructuras medievales de una monarquía cerrada y del catolicismo.

La represión política y religiosa no ocurre en un vacío. Los poderosos siempre la han empleado para asegurar y mantener su autoridad y poder. En España la que comenzó durante los reinados de los Reyes Católicos en respuesta a la necesidad de pacificar los dominios moros reconquistados en las tierras de Andalucía, terminó convirtiéndose en la Inquisición (Nota 2). 

Desde que los moros (Nota 3) invadieron la península en el año 711, crearon un reino en Al-Ándalus, proclamando en 929 como el califato de Córdoba, que, con el tiempo se convirtió en un brillante centro de producción e interacción cultural (Nota 4). De hecho, fue por medio las traducciones de las obras científicas y filosóficas de los antiguos griegos, hechas en colaboración entre los árabes y los cristianos, que el mundo europeo tuvo acceso a ellas (Brasa Días , s/f, Nota 5).   En este reinado participaron igualmente moros, judíos y cristianos (Nota 5). 

Hubo, sin embargo, constantes encuentros bélicos en la región desde el inicio de la Edad Media; la leyenda cristiana cuenta cómo el Santo Santiago Apóstol salió de su cripta en Galicia en el año 844 montado sobre un hermoso caballo blanco para defender a los cristianos contra quienes ellos consideraban usurpadores. En la Catedral de Santiago Compostela todavía se puede ver esculturas del santo pisoteando a los moros con su corcel.

Luego el poema de El Cid Campeador caracterizaba estas luchas: en el Siglo XI El Cid es descrito como un héroe, pero nuestras reacciones hoy en día lo representarían como un mercenario que roba para sí mismo las riquezas de sus adversarios. El Cid está en la más pura tradición de Alejandro Magno y Julio Cesar quienes conquistaron y confiscaron los tesoros de los vencidos para su propio beneficio y el de su rey. Reza el poema: 

 “...hasta Alcalá llegó la enseña de Minaya

y de allí hacia arriba se vuelven con la ganancia,

por el Henares arriba y por Guadalajara.

 Cuántas son sus grandes ganancias,

mucho botín de ovejas y de vacas,

y de ropas, y de otras riquezas amplias.

Erguida viene la enseña de Minaya,

nadie se atreve a asaltar su retaguardia.

Con estos bienes se vuelve esa mesnada…” (El cantar de Mío Cid, Más o menos 1200/s/f, Anónimo. Líneas 477 a 481)

 

Los esfuerzos de los cristianos para conquistar el sur de la península tuvieron éxito en 1492, el mismo año que Cristóbal Colón llegó a “Las Indias” americanas. En total, la península ibérica estaba en guerra esporádica con los moros por ocho siglos hasta la captura de Granada. Y el mismo año de la conquista de los moros se inició el sojuzgamiento del Nuevo Mundo. Usaron las mismas estrategias de conquista que emplearon en la península junto a la expropiación de riquezas. 

Fue al final de las luchas contra los moros que la iglesia cristiana en España, junto con los reyes Isabel de Castilla y Fernando de Aragón se vieron en la necesidad de asegurar las lealtades de sus nuevos súbditos en su reino, y purificar la fe de lo que consideraban herejías musulmanes y judíos. Ya para el final del siglo XIV en Sevilla, Córdoba, Valencia y Barcelona miles de judíos habían sido convertidos a la fuerza al cristianismo o asesinados. Esta represión también tenía rasgos étnicos, ya que se consideraba que los hebreos pertenecían a una raza distinta a la de los originarios de la península (la celta, los visigodos, y los descendientes hispanorromanos del norte de la península).   La represión finalmente se concretó en el empleo decidido de la Inquisición Española en el Siglo XV.  Ya para el siglo XVI esta institución también juzgaba y mataba a protestantes y católicos cuyas creencias se consideraban no-ortodoxas, como los simpatizantes con las creencias de Erasmo de Rotterdam.

Las constantes guerras europeas

En otros países europeos como Francia e Inglaterra también hubo conflictos entre cristianos y musulmanes en las “cruzadas” desde el Siglo XI para rescatar la “Tierra Santa”. Pero estos lugares eran lejanos, y los caballeros y sus acompañantes tuvieron que viajar por mucho tiempo para llegar allí. La motivación para ellas se originó en Roma entre la jerarquía eclesiástica y no se trataba de un incentivo local. Fueron una serie de guerras religiosas entre 1096 y 1291 para “liberar” para la Cristiandad a la “Tierra Santa”. Los reinados de Inglaterra, Francia y otros lugares de Europa participaron.

La guerra ha sido un modo de vida. Los reyes siempre han luchado entre sí, apropiándose de las tierras y bienes de sus vecinos desde el inicio de la historia (Nota 6). Los europeos, sólo desde el Siglo XIV han luchado muchísimas veces.  Los ingleses, franceses, italianos y españoles han peleado desde el fin de la dinastía franco-merovingia (desde mediados del siglo V) para dominar a los demás. Guillermo, el Conquistador de Normandía, de origen normando, invadió a Inglaterra en 1066. Fue la última invasión exitosa de las islas, pero las batallas entre los ingleses y los franceses no cesaron: estuvieron bien caracterizadas por William Shakespeare en sus obras históricas sobre la vida de los reyes de Inglaterra. Son ejemplos del afán constante de invasión y ocupación por parte de las casas reales.

En la obra Eduardo III de Shakespeare, el rey de Inglaterra proclama su decisión arrogante de invadir a Francia al enviado del rey de este país (Nota 7):

“¡…Lorena, devuelve esta respuesta a tu Señor:

Me propongo visitarlo como él lo pida;

¿Pero cómo? no servilmente dispuesto a doblegarse,

Pero como un conquistador para que se incline.

 

Los enemigos se definían por su nacionalidad, por su lealtad a las casas reales del tiempo, y también, luego, por las diferentes adhesiones religiosas dentro del cristianismo con el inicio del protestantismo a partir del Siglo XVI. Se puede decir que la guerra ha sido la influencia más formativa de la cultura humana.

El sistema feudal de los reinos cristianos se basaba en tres clases sociales: los siervos (los labradores de la tierra); los señores o caballeros (que tenían obligaciones militares) y el clero (que elaboraba la doctrina que daba legitimidad a los señores). Era un mundo teocéntrico y jerárquico. La sumisión religiosa era un reflejo de la sumisión de las clases bajas a la autoridad terrenal.

Las guerras, a cargo de los señores feudales, se justificaban en nombre de las lealtades a las casas reales y la religión. Esta cultura de lealtad ciega y obediencia llegó a América con la conquista, y luego se afianzó con el colonialismo.  Pero llegó fragmentada, por medio de múltiples “conquistadores”, cada uno con su propio proyecto de dominación, que, aunque nominalmente leal al rey con que identificaba, eran dispersos en las Américas.  

La Ilustración

No se puede hacer referencia a la Ilustración sin antes referir a las universidades medievales. La primera en Europa se fundó en Bolonia en 1088 y Oxford en Inglaterra comenzó aproximadamente en 1096. La Universidad de La Sorbona en París se fundó alrededor del año 1150. Salamanca en España apareció en 1218. Nacieron a partir de las escuelas monásticas y episcopales para ofrecer estudios avanzados bajo profesores de gran excelencia.  Eran precursores y representantes del Renacimiento en Europa que iba asomándose a finales del siglo XIII, manifestándose plenamente en los siglos XIV al XVI,

Más tarde se iniciaron cuestionamientos generalizados sobre las lealtades ciegas de los tiempos medievales, basándose en el uso de la razón en el siglo XVIII. Indagaban sobre la ciencia y lo que llamaban “la libertad”; Voltaire en su Diccionario dijo simplemente: “Usted es libre de obrar cuando tiene el poder de obrar” (Voltaire (s/f). Pero al final, dijo, para la verdadera libertad, también hace falta una “voluntad libre”. Esto supone que el actor tenga raciocinios coherentes para actuar, y una parte de la Ilustración se dedicó a esclarecer la posibilidad de formarlos. En el Siglo XVII este cuestionamiento se convirtió en un movimiento en que discutían sobre diferentes posibilidades de gobiernos civiles, los derechos de los ciudadanos y se rescataban las ciencias y la filosofía del Renacimiento. Iba a ser importante luego en las colonias inglesas, pero no tanto en las españolas.

 La Ilustración en Inglaterra y Francia

Se caracteriza fundamentalmente por una confianza plena en la razón. La Ilustración comienza en Inglaterra con el empirismo de John Locke y de David Hume con respecto a la filosofía, e Isaac Newton con sus indagaciones sobre el mundo físico. En Francia los redactores de la Enciclopedia de 1751 a 1765) incluyeron a Diderot, Voltaire, Rousseau, Toussaint, Montesquieu y Voltaire, entre otros. Algunos de estos pensadores tuvieron que huir de Francia, por lo menos temporalmente, pero encontraron en Suiza, y entre los “Déspotas Ilustrados”, albergue y seguridad. (Nota 8) El espíritu subyacente a estas publicaciones era una creencia en la capacidad de la racionalidad para superar las supersticiones y para dejar bases para un mundo más justo y más coherente. Cuestionaron creencias respecto al mundo físico, pero también las estructuras del poder de su tiempo, y comenzaron a visualizar un mundo de poder compartido en que la autoridad de los reyes y la iglesia fuese controlada por la voluntad popular.

La Ilustración en España

Las creencias fueron siempre objetos de vigilancia y suspicacia por el Santo Oficio español. En 1756 fueron prohibidas las obras de autores como Montesquieu, por considerarlos heréticos, y luego también se prohibió la Enciclopedia. Voltaire y Rousseau eran mal vistos, aunque hubiera cierta difusión de estas obras por algunas casas comerciales y editores. Aún la educación universal producía resquemor entre los cleros y la monarquía: no fue sino en 1782 que la Inquisición permitió la lectura de la Biblia en español, aun cuando Martin Lutero ya la había publicado en alemán más de dos siglos antes en 1534. Hubo unas tibias excepciones: Gaspar Melchor de Jovellanos defendía una noción diluida de educación popular, pero no para las clases más bajas, quienes recibirían sólo capacitación técnica. Pensaba que una educación realmente igualitaria haría daño a las relaciones sociales del reino. 

El Colonialismo

Los colonialismos en todas las Américas se caracterizaron por una gran crueldad, tanto en el norte como en el sur de los continentes “nuevos”. En el norte hubo un proceso ético filosóficamente discordante: por un lado, significó la casi absoluta masacre de la población originaria y la introducción de la esclavitud (Nota 9). Por el otro, y contradictoriamente, iban naciendo, no sólo el deseo de separarse de Inglaterra, el país conquistador, sino ideas sobre una unión de estados libres, asociados entre sí por ideales de igualdad constitucional y legislativa y de autodeterminación. Tanto en el estado de Virginia como en New England hubo tempranos ejercicios en autonomía política. En  1619 el gobernador George Yeardley en Jamestown instituyó una legislatura bicameral que incluyó la participación de los colonos afluentes, con el propósito de decidir sobre los asuntos legales y comerciales de la zona. En otro incidente, los “peregrinos” (pilgrims) firmaron un acuerdo, el Pacto del Mayflower, en el cual acordaron vivir en armonía bajo los líderes que ellos mismos seleccionarían. Como resultado, formularon leyes y acuerdos tanto civiles como militares. (Britannica, 7/9//23)  Aunque estos acuerdos ocurriesen en el contexto del poder de Inglaterra sobre sus colonias americanas, y aunque estas estructuras legales excluyesen a los negros, la población indígena y las mujeres en general, constituyeron un primer paso ideológico hacia la creación de una democracia.

 Colonialismo en América Latina

Con respecto al colonialismo en América Latina vamos a enfocarnos sobre todo en la sociedad venezolana, aunque haya mucha semejanza en todas las colonias americanas. Venezuela, una capitanía desde la conquista, estaba organizada según las diferentes clases sociales motivadas por la supresión de la población originaria y por el ingreso de esclavos. Los españoles y su descendencia, que al principio intentaron mantener con cierta “pureza” genética, se ubicaron en los niveles de la hidalguía y en los niveles de mando.

En Venezuela se reconocían y se discriminaban castas basadas en raza. Se distinguían entre varias clases de personas a) de ascendencia blanca, quienes tenían herencias genéticas mixtas, b) los indios y c) los negros. Los blancos peninsulares eran españoles quienes tenían casi total poder de mando. Los blancos criollos eran los hijos de los conquistadores, nacidos en Venezuela. Los blancos de la orilla venían de España, pero carecían de gran fortuna. Eran comerciantes, artesanos y profesionales. Se clasificaban y discriminaban contra quienes no podían reclamar el honor de ser totalmente blancos: los pardos eran personas de raza mixta y tendían a ocuparse de funciones menores y asalariados. Los “mestizos” tenían padres blancos y madres indias. Los mulatos eran una mezcla de padres blancos y madres negras. Los zambos eran hijos de indios y negros. Los indios eran de la población originaria y los negros, traídos de África, eran casi todos esclavos. En Venezuela la discriminación contra los estratos basados en raza duró hasta el siglo XX, cuando de repente dejó de tener la importancia que todavía tiene en otros países latinos. Sin embargo, aún en los años 30 del Siglo XX, en el libro de Laureano Vallanílla Lanz, El Cesarismo Democrático (1929), el autor clasifica a los ciudadanos según su raza. Después Venezuela se convirtió en un país de mucha inclusión y aceptación.

Con el tiempo, los diferentes grupos raciales comenzaron a mezclarse en la región, pero quienes podrían reclamar la más pura ascendencia europea tenían mayor estatus. La Colonia en Venezuela se inició a mediados del siglo XVI, hasta el comienzo del siglo XIX cuando se formaron los movimientos independentistas.  La clase dominante la conformaban los españoles, que eran minoría. Este grupo estaba integrado por terratenientes, comerciantes de la Corona, los hacendados, los funcionarios políticos y eclesiásticos. La capitanía no tenía mucha importancia económica para la corona debido a que carecía de los metales que tenía México o Perú, pero sí tenía posibilidades agrícolas, sobre todo para la producción de cacao, caña de azúcar, y tabaco.

Francisco Herrera Luque (26/04/2013) describió la vida colonial de Venezuela en su novela, Los Amos del Valle. El autor inventó una descripción probable de la época, y empleó personajes tanto reales como ficticios: nombró los apellidos de mayor abolengo del valle de Caracas, pero la mayoría de los personajes y las narrativas nacieron únicamente de la pluma imaginativa del autor. Son inventos, y Herrera nos brinda una visión íntima, posible y probable de los tiempos brutales de la conquista de Venezuela y del colonialismo. La veracidad de esta obra se limita a una descripción -sólo potencial- de una época, pero gana en riqueza comprensiva lo que pierde en exactitud.  Describe una sociedad que no posee una noción verdadera de la ley. Los “amos” controlaban todo a su antojo. Sin apelar a ningún cuerpo legal, sólo a veces hacían referencia a la voluntad del rey de España. En el libro los amos amasan sus fortunas, y tienen absoluta jurisdicción sobre las vidas y muertes de sus siervos, vasallos, criados, y esclavos. La población que carecía de poder no tenía ningún recurso para defenderse excepto por medio de su lealtad al patrono y la sumisión a su voluntad.

Independencia en América Latina y Venezuela

En las guerras de independencia colonial en América Latina la Ilustración marcó en algo los discursos de sus dirigentes, pero el espíritu de absolutismo de España selló el desenlace de este proceso. No hubo un gesto como el de George Washington quien regresó a su hacienda después de guiar una guerra exitosa (Nota 10). 

El Virreinato de Nueva España incluía México, y tierras del sur oeste del actual Estados Unidos, las Antillas, los territorios América Central y el Virreinato del Río de la Plata (Argentina, Uruguay, Bolivia y Paraguay). Envolvía las Islas Malvinas, el Virreinato del Perú (Perú, Colombia, Argentina, Ecuador, Panamá, Chile, Bolivia y Paragua) y la capitanía de Venezuela. Abarcaba además muchas de las islas del mar Caribe (Enciclopedia Humanidades, s/f). Todos estos territorios se levantaron contra España en el comienzo del Siglo XIX y obtuvieron su independencia en las décadas de 1820-1830 . En todos los casos esto implicaba encarnizadas batallas y una enorme destrucción de infraestructura. Brasil, en cambio, negoció su libertad de Portugal sin guerra.

Las guerras de independencia en América Latina contra España estuvieron al cargo de sus generales; en Chile estaba Bernardo O’Higgins, en Argentina fue José de San Martín.  En Venezuela la guerra duró desde 1810 hasta 1823, bajo el mando de Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Ponte y Palacios Blanco. Bolívar fue un militar y político fundamental para la independencia, tanto de Venezuela como de Colombia y Ecuador, y tuvo influencia en los procesos de independencia de Perú y Bolivia. Eran transformaciones complejas, tanto en las configuraciones del poder en cada país liberado, como en el asomo de nuevas posibilidades para las estructuras políticas. Después de la independencia la mayoría de los nuevos países sufrieron años de guerra civil, levantamientos contra las nacientes autoridades y un legado de cabecillas represivos.  De hecho, Laureano Vallanllia Lanz (1929) opinó que la misma guerra de sucesión en Venezuela tuvo las características de una guerra civil.

México se declaró independiente en 1821, pero pronto hubo impedimentos a su liberación, y fue sólo en 1836 que España finalmente reconoció su autonomía. Luego hubo años de luchas, y la dictadura del General Porfirio Díaz que dejó altos costos sociales para la población. En 1910 estalló la Revolución Mexicana cuya duración no está clara, pero persistió por lo menos diez años. Todos estos conflictos dejaron los campos del país en gran pobreza, la cual fue recogida en las novelas de Juan Rulfo como Pedro Páramo (s/f) y Llano en Llamas(s/f) donde el autor describe tierras desoladas, campesinos en total desamparo y condiciones sociales de violencias fútiles y arbitrarias. Rulfo describe pueblos abandonados entre los desperdicios de los latifundios de antaño, ya sin sus poderosos dueños, destruidos por las batallas de la independencia y la revolución. Nos cuenta del abandono y soledad en Llano en Llamas (p. 5-6):

“Y con todo y eso, y con todo y que las lomas verdes de allá abajo eran mejores, la gente se fue acabando. No se iban para el lado de Zapotlán, sino por este otro rumbo, por donde llega a cada rato ese viento lleno del olor de los encinos y del ruido del monte. Se iban callados la boca, sin decir nada ni pelearse con nadie…. La cosa es que…. nadie volvió más por aquí. Yo estuve esperando. Pero nadie regresó. Primero les cuidé sus casas; remendé los techos y les puse ramas a los agujeros de sus paredes; pero viendo que tardaban en regresar, las dejé por la paz. Los únicos que no dejaron nunca de venir fueron los aguaceros de mediados de año, y esos ventarrones que soplan en febrero y que le vuelan a uno la cobija a cada rato. De vez en cuando, también, venían los cuervos; volando muy bajito y graznando fuerte como si creyeran estar en algún lugar deshabitado.”

En Chile y Venezuela estos latifundios quedaron intactos hasta la mitad del Siglo XX. Aparecen en los libros de la chilena Isabel Allende, La Casa de los Espíritus (s/f) y en Venezuela en la novela Doña Bárbara de Rómulo Gallegos (1929). Son historias que podrían representar muchos países latinoamericanos de estos tiempos. En el libro de Gallegos, sin embargo, hay un encuentro entre culturas. La del campo con sus prejuicios, violencias y poder de latifundio es personificada por el personaje del título, Bárbara de Aragón y Guzmán. Por otro lado, la civilización y el progreso son representados por un joven, Santos Luzardo, que regresa a la hacienda de su familia, Altamira, después de terminar sus estudios de derecho. El enfrentamiento entre los dos representa un momento histórico latinoamericano de gran alcance político y filosófico.

Venezuela también quedó desolada después de la guerra de independencia. Sin embargo, con los movimientos de liberación la noción de ley comenzó a asomarse. En Venezuela, aun así, los caudillos sucesivos regirían en el país hasta 1938.

La Democracia

La democracia no es nueva, ni nació con la Ilustración europea. Según David Graeber y David Wengrow (2021) ha habido formas de autogestión desde la prehistoria. En realidad, la tradición de decisiones colectivas para determinar los proyectos y los estilos de vida de las primeras agrupaciones –y aun las primeras ciudades- probablemente fueron la norma en la prehistoria. Atribuimos el concepto formal de democracia a Atenas en el Siglo VI a.C. en donde formas de autogestión se alternaban con gobiernos de los tiranos. La democracia moderna que halló su prototipo en estos experimentos, tuvo su apogeo en el gobierno de Solón en el Siglo VI a.C.

Democracia en Inglaterra, Francia y los Estados Unidos de América

Para poder apreciar los contrastes que produjo la Ilustración en el mundo, es importante revisar la tradición histórica en Europa. La democracia en Inglaterra fue un proceso lento en el cual el poder de los reyes fue disminuyendo gradualmente, y el de las casas de la legislatura (House of Lords and House of Commons) fue aumentando, junto con la figura del primer ministro. Ya hemos mencionado la Carta Magna en el año 1215, el primer documento que limitaba el poder de un rey, en este caso él de Juan y sus sucesores. Luego, por una serie de leyes subsecuentes, Gran Bretaña se convirtió en el Siglo XIX en una democracia plena, pero sin constitución.

En Francia, la revolución en el Siglo XVIII no produjo una verdadera república, sólo logró eliminar temporalmente a la casa real de los Borbones. Luego, la realeza imperial se volvió con Napoleón. La Segunda República se inició en 1848 y duró sólo hasta 1852. A pesar de su corta existencia, en este tiempo hubo algunas reformas, como el sufragio masculino y la abolición definitiva de la esclavitud. La Tercera República se inició en 1870, pero terminó con la invasión alemana en 1940. La Cuarta República francesa se desarrolló entre 1946 y 1958. Fue sólo en 1958 que la V República, el régimen vigente, se inauguró. Sin embargo, los ideales de la autodeterminación influían en el pensamiento francés desde su revolución.

En los Estados Unidos de América la democracia nació con la aprobación de la Constitución de 1787, y aunque no haya sido sustituida, ha sido enmendada 27 veces; las primeras diez enmiendas constituyen la Carta de los Derechos. En ellos, se estipulan los atributos fundamentales de los ciudadanos. Al principio la idea del voto universal fue restringido: sólo los hombres blancos podrían votar. En 1870, casi cien años más tarde, todos los hombres, independientemente de su condición de raza, llegaron a ser reconocidos como ciudadanos con la potestad de sufragio: “Ni los Estados Unidos, ni ningún otro Estado, podrán desconocer ni menoscabar el derecho de sufragio de los ciudadanos de los Estados Unidos por motivo de raza, color o de su condición anterior de esclavos” (Enmienda XV). Las mujeres obtuvieron el derecho al voto en 1920.

La Democracia en España

La Primera República española ni siquiera duró dos años, del 11 de febrero de 1873, hasta el 29 de diciembre de 1874, fecha en que se instauró la monarquía borbónica. Este año breve significó por precarios momentos la aspiración de algunos ciudadanos a vivir en democracia, el laicismo, un gobierno regido por principios cívicos y de apoyo a las clases populares.  ​La Segunda República duró un poco más, es decir, ocho años. Eran tiempos de zozobra y guerra, que coincidieron con el crecimiento del fascismo en Alemania y el inicio de la Segunda Guerra Mundial. Este intento liberal fracasó definitivamente con la llegada del Franquismo. En los años 1940, la dictadura militar se consolidó mediante la represión política y económica de los opositores. Miles de personas fueron al exilio en Francia y muchos terminaron en campos de concentración nazis o franquistas. ​Estos tiempos fueron plasmados por sus poetas como Antonio Machado y novelistas como Javier Cercas.

Machado murió antes del final de la guerra en exilio en Colliure, Francia. Su poema “Cantares” recoge los sentimientos del destierro.

Por su parte, en Soldados de Salamina, Javier Cercas (2001) describe los encuentros individuales entre las partes en conflicto: habla de incidentes del final de la guerra entre los Republicanos y los Franquistas, sobre todo relatos sobre un soldado fascista, Sánchez Meza. La novela abre con una descripción de un fusilamiento en masa hecho por los Republicanos en Catalunia, casi en el momento de iniciar su huida republicana de España. En este incidente los republicanos liberaron a presos fascistas con el objetivo de asesinarlos. Era una guerra marcada por el odio y atrocidades en ambos lados de la contienda. Lo que Cercas describe era un encuentro entre un miliciano anónimo y Sánchez, un soldado franquista, en que una mirada humana impide una ejecución:

 

Allí lo fusilaron. Fue un fusilamiento en masa, probablemente caótico, porque la guerra ya estaba perdida y los republicanos huían en desbandada por los Pirineos, así que no creo que supieran que estaban fusilando a uno de los fundadores de Falange, amigo personal de José Antonio Primo de Rivera por más señas. Mi padre conservaba en casa la zamarra y el pantalón con que lo fusilaron, me los enseñó muchas veces, a lo mejor todavía andan por ahí; el pantalón estaba agujereado, porque las balas sólo lo rozaron y él aprovechó la confusión del momento para correr a esconder-se en el bosque. Desde allí, refugiado en un agujero, oía los ladridos de los perros y los disparos y las voces de los milicianos, que lo buscaban sabiendo que no podían perder mucho tiempo buscándolo, porque los franquistas les pisaban los talones. En algún momento mi padre oyó un ruido de ramas a su espalda, se dio la vuelta y vio a un miliciano que le miraba. Entonces se oyó un grito: «¿Está por ahí?». Mi padre contaba que el miliciano se quedó mirándole unos segundos y que luego, sin dejar de mirarle, gritó: «¡Por aquí no hay nadie!», dio media vuelta y se fue…. Pasó varios días refugiado en el bosque, alimentándose de lo que encontraba o de lo que le daban en las masías. No conocía la zona, y además se le habían roto las gafas, de manera que apenas veía; por eso decía siempre que no hubiera sobrevivido de no ser porque encontró a unos muchachos de un pueblo cercano, Cornellá de Terri se llamaba o se llama, unos muchachos que le protegieron y le alimentaron hasta que llegaron los nacionales.” (p. 5-6).

 Es un relato que cuenta muchas cosas, pero principalmente habla sobre una guerra cruenta entre dos bandos, puntuado por un momento de humanidad. Por un lado, los republicanos deseaban defender su democracia, pero también esta defensa implicaba muchos odios, contra la iglesia, contra el monarquismo y contra las viejas estructuras de poder. Por otro lado, los falangistas habían montado también una implacable misión de exterminio contra todo lo que implicaba impedimentos a su afán de poder.

 Terminada la Segunda Guerra, Franco se mantuvo en el poder hasta 1975, cuando finalmente murió. El rey Juan Carlos I de Borbón, que había sido designado seis años antes por Franco como su sucesor, fue proclamado rey, y en contra de lo que hubiera sido el deseo de Franco, apoyó la creación de una democracia. Un año después hubo elecciones generales y el inicio de la democracia que sigue gobernando España hasta ahora.

 La Democracia en América Latina

El nacimiento de la democracia en América Latina se asemeja mucho a la de España. Una de las motivaciones principales fue el anhelo de deshacer las restricciones económicas que las colonias tenían con la “madre patria”, pero también había personas que, formados en Europa, deseaban conformar una entidad política basada en el principio de la ley y alguna forma de autogestión política.

Este anhelo se concretó en Venezuela la primera vez con la elaboración de la Constitución de 1811. Aunque este primer documento fue re-elaborado muchas veces a causa de cíclicas rebeliones armadas, su mera existencia señala un deseo importante para lograr institucionalidad en el país. En este primer documento se reconocía a la fe de la Iglesia católica como la religión oficial del nuevo país. Solo los hombres que tuviesen propiedades podían participar en los comicios, y ellos sólo podrían elegir a representantes quienes, a su vez, podrían elegir a los miembros de la Cámara de Diputados, los senadores y los tres encargados del Poder Ejecutivo. Esta constitución sólo duró ocho años.

Una nueva Constitución fue escrita por Simón Bolívar en 1823. Distinguía entre los ciudadanos “activos” (con derecho al sufragio) y los Pasivos (sin derecho al sufragio) aunque a todos se les reconocía ciertos atributos de ciudadano. Reconocía el derecho a ser juzgado ante la ley en el caso de delinquir, y la expresión y pensamiento libres. Además, aunque no prohibiera explícitamente la esclavitud, expresaba que ningún hombre puede ser la propiedad de otro.

Después de la liberación de Venezuela de España, y la disolución de la Gran Colombia, los ideales libertarios y liberales quedaron disueltos en luchas entre la agitación política y la autocracia, y permaneció dominada por caudillos regionales hasta principios del siglo XX. Aun así, los inicios del nuevo siglo fueron marcados por dictaduras que Vallenilla Lanz describió como necesarias y pacificadoras. En una apología para el poder irrestricto de Castro y Gómez, Vallenilla propuso en El Cesarismo Democrático que la figura del gendarme necesario era obligada para la pacificación del país. Esta apreciación de la historia fue contestada por autores como José Rafael Pocaterra (1936/1997) y Federico Vegas (2005).

En los tres volúmenes del libro de José Rafael Pocaterra, Memorias de un venezolano de la Decadencia (1936), el autor describe las cárceles de los dictadores Castro y Gómez en el país. Eduardo Santos, que escribió el prólogo para el primer volumen publicado por Monte Ávila, ha logrado una excelente apreciación de la obra: 

“El primer volumen comienza con el 23 de mayo de 1899... y termina en 1908, con la salida del autor de la mazmorra de San Carlos, donde había estado preso desde 1907. Este es… la historia de Castro en el poder, la invasión y la dominación de la barbarie andina en su primera etapa. El segundo tomo es la historia de Gómez... hasta diciembre de 1919, en que el autor fue otra vez reducida a prisión... como conspirador. El tercer tomo... continúa... el periodo del 'General Gómez'... (y) contiene el cuadro de las inauditas maldades y crueldades de la barbarie andina en sus prisiones....  Gómez y su pandilla quedan peor que los más atroces bandidos de que haya memoria.... Esta barbarie andina tan larga y tan sangrienta... y tan estúpida... podrá construir puentes y carreteras... levantar edificios y monumentos, y representar a toda escala la vieja mascarada de las obras públicas y el progreso material con que el despotismo creyó siempre imbécilmente justificar ante el mundo el crimen de su existencia; pero... ni su estabilidad podrá... hacerla absolver de sus crímenes contra la humanidad y contra Dios en el abismo de sus cárceles... (Eduardo Santos López, prólogo, 1928).

En otro ejemplo, el libro “Falke” de Federico Vegas (2005) nos da otra categoría de reflexiones históricas. Basándose en algunas escuetas reflexiones que escribió su tío, Vegas ha elaborado una historia inventada pero bastante creíble sobre un incidente verdadero al final de los años 20 del siglo XX en Venezuela.  Fue una pretendida incursión armada en 1929 organizada por el general Román Delgado Chalbaud, cuyo objetivo era derrocar al dictador Juan Vicente Gómez. El autor imagina las conversaciones y ciertas relaciones de amistad y amor, pero casi todos los personajes existían históricamente. Describe un grupo de jóvenes intelectuales, la mayoría residentes de países europeos, y ninguno de los cuales tenía entrenamiento militar, que llegaron a las costas de Cumaná en Venezuela en un barco (llamado Falke). Allí pretendían derrocar al dictador. El total fracaso de esta aventura sella la permanencia de Gómez en el poder hasta su muerte en 1935. Pero el afán de cambio perduró y en este mismo año el General Eleazar López Contreras comenzó a organizar una transición hacia un gobierno más participativo.

Fue seguido en la presidencia por el General Isaías Medina Angarita quien fue designado por el congreso. Finalmente, en 1948 hubo las primeras elecciones generales en la historia del país, en las cuales Rómulo Gallegos Freire fue elegido; fue el primer presidente elegido por votación universal, y aunque luego hubo un golpe de Estado en su contra, su ascenso pacífico al poder marcó un momento de gran significado para la institucionalidad del país.

La cultura de la vida familiar y comunitaria

Es curioso que dos novelas que combinan historias de familia del Siglo XX con la influencia política de la cultura se enfoquen en gran parte en las mujeres. Son; el libro de Isabel Allende, La Casa de los Espíritus (sobre Chile), y el de Ligia Mujica de Tovar, La Rotunda (sobre Venezuela). Muchos de los problemas de los personajes provienen de su condición femenina en una sociedad patriarcal; confrontan restricciones bien conocidas: la educación desventajosa, la expectativa que una mujer sea virgen antes de casarse, el rechazo que experimentan las madres solteras y las penurias y demandas relacionadas con la necesidad de sostener la economía familiar sin ayuda. Y relacionada con estas dificultades está la tolerancia social para la infidelidad de los hombres. Las mujeres de estos libros son -a la vez- las víctimas y las heroínas que afrontan y superan estos bretes.

Pero el libro de Mujica de Tovar no se queda sólo con las transformaciones que sobreviven estas personas; al mismo tiempo repasa un siglo de estremecimientos sociales. Las vidas de los personajes son tocadas y trastocadas por las ambiciones de los gobernantes que en cada época pretenden ejercer el poder en el país, desde el general Joaquín Crespo hasta el final del Siglo XX, pasando por los años de la democracia después de Rómulo Betancourt.

En el libro de Mujica de Tovar las voces de los inmigrantes y fundadores de la familia en Venezuela, Antonio y Mercedes, abren este tejido. Con su coraje y dedicación ponen las hebras fundamentales de la historia. Luego sus descendientes desafían los prejuicios de su tiempo y de la dictadura de Gómez. Una de las contribuciones de la autora en este libro es explorar cómo las situaciones sociales y políticas influyen en la socialización de los niños que crecen en ellas. Nos demuestra que las sucesivas coyunturas de represión u oportunidades que crean los regímenes gubernamentales no son situaciones inconsecuentes y pasajeras, sino que perduran en las personas que se crían en ellas y llegan semi-ocultas a los hijos de ellas.

 

Reflexiones finales

El pasado existe en el presente, como un recurso de memoria, pero también como una sombra jungiano (Nota 11). Y como sombra, la única manera de confrontarla es por medio de reflexiones, casi psicoanalíticas. ¿Quiénes no votan cuando existe la oportunidad? Por regla general la abstención en comicios legítimos implica un sustrato de desconfianza, es decir, dudas sobre la utilidad final del mismo proceso de debate político y social. Existe en estos casos incertidumbre sobre el papel del ciudadano individual y su capacidad de influir. Hay en ella un deseo implícito de no estorbar el poder y a veces de formar parte de un grupo dominante.

En este pequeño ensayo he usado obras literarias para adentrarme en la historia. Las novelas y las obras teatrales evidentemente no nos brindan análisis históricos con riguroso apego a los datos. Más bien, nos abre especulaciones expansivas sobre las experiencias vividas, perspectivas individuales y vistas concretas que nos ubican en la costumbre, las alegrías y la aflicción de los personajes. Nos sitúan allí. Por esta razón nos abre puertas al entendimiento directo de sus vidas, de nuestros propios legados y los de nuestras culturas.

Con nuestro recorrido de las diferencias culturales en Europa y las Américas, podemos ver cómo la historia moldea el presente. Inglaterra y Francia tuvieron una relación inestable con el poder y sus súbditos lo cuestionaban repetidamente. En cambio, para España el absolutismo era un instrumento sumamente útil para las casas reinantes para asegurar su propia sobrevivencia y desalentar la controversia.

En el Siglo XVI Étienne de la Boétie (2016) escribió el “Discurso sobre la servidumbre voluntaria” en el que avanzó en varias razones para la sumisión doctrinaria de los pueblos. La primera es la costumbre, es decir, los hábitos aprendidos en la niñez, de obedecer, primero a los padres y luego al soberano.  Otra razón mencionada por Boétie es que los reyes han sabido asociarse con los dioses, y sus vasallos, igualando la jurisdicción de la deidad con la del soberano, obedecen a ambos, porque no ven las diferencias. Los reyes se circundan de acólitos y otras personas a quienes les es permitido beneficiarse de su lealtad a las autoridades superiores, y de esta manera aseguran su permanencia en el trono.

La tolerancia de la diferencia (en etnicidad, religión, adhesión política, y así sucesivamente) es el enemigo de la autocracia. Y la guerra es el vehículo más eficaz para lograr la uniformidad de pensamiento. En lo que hemos revisado hemos visto como Francia, Inglaterra y España se han dedicado a guerrear desde los comienzos de sus historias. La conquista, con su asociada práctica de apoderarse de las tierras y los bienes de los vecinos, ha sido un estilo de vida aceptado -y aun considerado loable-, y los conquistadores han entrado en la historia como héroes.

Sin embargo, se asoman objeciones, sobre todo en Inglaterra. Los caballeros de la Mesa Redonda del Rey Arturo practicaban la caballería (chivalry) y protegían a los desamparados. Entre sí se consideran iguales, sin rangos. Robin Hood se oponía a la avaricia del Rey Juan.  Y estas leyendas siguen vigentes: muchos niños de allí todavía conocen estas historias. Y luego con la llegada de la Ilustración los ideales de igualdad frente a la ley y justicia social comenzaban a crear nuevas maneras de ver al poder.

En España, en cambio, el absolutismo duró mucho tiempo sin cuestionamiento.

Estas diferentes maneras de ver al mundo influyeron en las colonias americanas, y siguen moldeando los tipos de gobierno que se establecen en los países que se formaron a partir de ellas.

 

Referencias

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Shakespeare, William (1623/s/f). La tragedia de Macbeth. Biblioteca Virtual. Disponible en: https://www.derechopenalenlared.com/libros/shakespeare-macbeth.pdf

Vegas, Federico (2005). Falke. 2a edición. Caracas: Mondadori.

Voltaire (s/f). Diccionario Filosófico. Libro.com. Disponible en: http://biblio3.url.edu.gt/Libros/dic_fi.pdf, p. 634

 

Notas finales

Nota 1. La posible existencia histórica del reino de Arturo se ubicaría en el Siglo V; las leyendas fueron escritos diez siglos más tarde, al final del Siglo XV por Sir Thomas Malory, y el cuento antecede por mucho su transcripción. El rey y sus nobles se sentaban alrededor de una “mesa redonda” que simbolizaba su igualdad en el poder. El rey era sólo uno más del corte real.

Robin Hood fue el modelo del bandido justiciero, que redistribuye la riqueza robando a los ricos para dárselo a los pobres (National Geographic (s/f).

Los barones de Inglaterra obligaron al rey Juan a firmar “La Carta Magna” en el 15 de junio de 1215 para limitar sus actos arbitrarios. Esto fue una base histórica para limitar el poder central de los reyes.

Nota 2: La Inquisición no fue una creación española, aunque sobrevivió más tiempo en este país. Fue creada en 1184 en Francia, para combatir la herejía de los cátaros, y luego se empleó para reprimir cualquier culto no católica. In 1553 se empleó para castigar a “brujas” por toda Europa, y los cristianos protestantes emularon estas agresiones. Por ejemplo, en Ginebra en este año los calvinistas queman vivo al teólogo, médico y humanista aragonés Miguel Servet.

Nota 3: La palabra “moro” proviene de la época romana para referirse a la población del norte de África.

Nota 4: “La reconquista española llegó recién en 1492, por lo que durante siete siglos floreció allí un enjambre cultural de musulmanes, judíos y cristianos. Grandes bibliotecas, palacios y mezquitas, hicieron que Andalucía -Granada, Sevilla y Córdoba, pero también Toledo- fuese una región cuyas ciudades brillaban a la par de Bagdad o Damasco. En Toledo, bajo la monarquía de Alfonso el Sabio, de origen cristiano, se propició la creación de una escuela de traductores, un hecho que multiplicó el cruce de conocimientos” (Idiomas Olvidados (1/7/2015).

Nota 5: “Toledo había sido conquistada en 1085 y estamos en 1126. Muy pronto, en el ritmo de aquellos tiempos, para que los cristianos toledanos hablaran algarabía. Pero es el momento preciso en que el arzobispo D. Raymundo de Sauxetat (1126-1152) inaugura en Toledo la escuela de traductores cuya misión sería traducir al latín las obras de los filósofos árabes y de los pensadores griegos ya traducidos y glosados en árabe. Toledo se convierte así en "eslabón entre Oriente y Occidente", y ocupando, durante más de un siglo, un puesto preeminente entre las catedrales europeas…. “ (Brasa Días, s/f).

Nota 6: Tomado de: Lineas de tiempo (s/f):

1296 - 1ª G. Indep. Escocia: Primera Guerra de Independencia de Escocia (1296-1328). Resultado: victoria escocesa. (Escocia, Inglaterra)

1337-1453 - G. de los Cien Años: Guerra entre Inglaterra y Francia en la que se involucraron otros reinos europeos.

1346/08/26 - Batalla de Crécy

1419 - G. Husistas

1429 - Juana de Arco: Juana de Arco libera Orleans

1517 - Reforma de Lutero

1545 - Trento: Concilio de Trento

1566-1648 - G. 80 años: Guerra que enfrentó los Países Bajos contra el Imperio Español

1579 - Sitio Maastricht: Los españoles sitian y toman la ciudad de Maastricht

1618 - G. 30 años: Guerra de los 30 años

1642 - G. Civ. Inglesa: Guerras Civiles Inglesas entre los partidarios realistas y los parlamentaristas.

1701 - Suc. española: Guerra de sucesión española

1715 - Utrecht: Tratado Utrecht

1733 - Suc. polaca: Guerra de Sucesión polaca

1739 - G. Asiento: Guerra del Asiento

1740 - Suc. austriaca: Guerra de Sucesión austriaca

1756 - G. 7 Años: Guerra de los Siete Años

1775 - Indep. EEUU: Guerra de Independencia de los Estados Unidos

1802/03/25 - Amiens: Tratado de Amiens

1810-1833 - Indep. Hispanoamérica: Independencia Hispanoamericana

1815/06/18 - Waterloo: Batalla de Waterloo

1853 - Crimea: Guerra de Crimea

1866/06/14 - Austro-prusia: Guerra Austrio-Prusiana

1912 - G. Balcanes

1914 - I Guerra Mundial: Primera Guerra Mundial

1919/06/28 - Versalles: Tratado Versalles

1939 - II Guerra Mundial: II Guerra Mundial

1954 - Argelia: Guerra de Independencia de Argelia de Francia.

1991-2001 - Yugoslavia

  Los nombres son modernos. Se refiere a las zonas que luego se convirtieron en estos países.

Nota 7: Parlamento completo, tomado del Acto I, Escena 1 de “Eduardo III” de William Shakespeare. (s/f).  

See, how occasion laughs me in the face!”:

No sooner minded to prepare for France,

But straight I am invited,—nay, with threats,

Upon a penalty, enjoined to come:

Twere but a childish part to say him nay.—

Lorrain, return this answer to thy Lord:

I mean to visit him as he requests;

But how? not servilely disposed to bend,

But like a conqueror to make him bow.

His lame unpolished shifts are come to light;

And truth hath pulled the vizard from his face,

That set a gloss upon his arrogance.

Nota 8: “Despotismo ilustrado, también llamado despotismo benévolo, forma de gobierno del siglo XVIII en la que los monarcas absolutos implementaron reformas legales, sociales y educativas inspiradas en la Ilustración. Entre los déspotas ilustrados más destacados se encontraban Federico II (el Grande), Pedro I (el Grande), Catalina II (la Grande), María Teresa, José II y Leopoldo II. Por lo general, instituyeron reformas administrativas, tolerancia religiosa y desarrollo económico, pero no propusieron reformas que socavaran su soberanía o perturbaran el orden social (Britannica, The Editors of Encyclopaedia, 30-10-2023).

Nota 9: Estimadas sobre la población precolombina de indígenas en los Estados Unidos son difíciles lograr y tienen un rango de 8–112 millones. (Deneven, 1992). Actualmente (2023) es de 4.8 millones (American Demografía, 2023).

Nota 10: George Washington ha sido comparado con el romano Cincinato que regresó a sus campos y su arado después de suprimir una sublevación, rechazando el honor de ser dictador de Roma. Sin embargo, Washington regresó a la vida pública después para ser el primer presidente constitucional de los Estados Unidos.

Nota 11: “Según Carl Jung, el arquetipo sombra se define como el aspecto inconsciente de la personalidad caracterizado por rasgos y actitudes que el Yo Consciente no reconoce como propios. A nivel individual, se trata de los aspectos rechazados de la personalidad, la suma de todas aquellas cualidades que no se reconocen como propias o no se consideran aceptables y que desearíamos ocultar….” (Anónimo, 22/4/2023).



 
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