martes, 23 de mayo de 2017

Fantasía 1




Entonces el Gengis Nicolás miró a los informes sobre los muchos detenidos para quienes ya no quedaba espacio, y su arsenal de gases lacrimógenos, y sus libretas de bancos internacionales en que no había espacio siquiera para añadir un solo cero más a los billones que tenía depositados, hizo un cálculo rápido, y tomó una decisión.  
-“¡Cilia!” gritó, “ya estoy cansado. Vamos a jubilarnos e irnos a vivir en la dacha que tenemos en las afueras de Moscú. Dile a Padrino para que nos prepare el avión.” Cilia le miró: 
-“Pero prefiero el apartamento en París.” Gengis la contestó con fastidio: 
-“Tú sabes que con Macrón, ya las cosas no son tan buenas.” Cilia agarró el celular y llamó, pero tapó el auricular: 
-“Dice que lo hace sólo si hay espacio para él y los suyos. Esto incluye los siete doberman.”
 -“¿Pero qué se ha creído el estúpido ese? Que viajen abajo con los baúles de oro.” 
Habiendo hecho el acuerdo, las varias familias elegidas, junto con sus mascotas y sus arcas, se montaron en el avión y se despegaron. La aeronave subió y subió y desapareció en una gruesa nube: nadie en Venezuela supo de ellas más nunca. 
 
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