miércoles, 31 de enero de 2018
Todo esto también es salvajismo.
Esta mañana le di un aventón a un muchacho estudiante de geología, dese la USB por el Autopista hasta el comienzo de la Panamerica.
Íbamos comentando sobre la degradación física de la ciudad donde se acumula la basura por montones y donde siempre hay gente hurgando en ella para buscar comida o algo útil que ya le es imposible comprar.
Pensé en la arquitectura fascista de Alemania en el Tercer Reich, y restos de construcciones hechas por Pinochet en Chile -que vi un poco después de su caída del poder-. Estos regímenes dejaron huellas pesadas, tétricas y lúgubres que nos recuerdan de su crueldad y avaricia del poder. Aquella arquitectura queda como un retrato del salvajismo que ciertas condiciones sociales y económicas son capaces de engendrar.
Pero en Caracas casi no se ven estos rastros de la prepotencia militar, con la posible excepción de algunos edificios en la Fuerte Tiuna. Más que construcciones prepotentes y avasalladoras, en nuestra ciudad uno percibe y huele podredumbre, hedor, inmundicia y despojos. Todo esto también es salvajismo.
lunes, 29 de enero de 2018
La convivencia entre dogmas de fe
Los tiempos más cosmopolitas y prósperos de la historia han sido caracterizados por la diversidad de culturas y religiones. Pienso en Diógenes que en el Siglo V BC se consideraba un
“ciudadano del mundo”, es decir el opuesto a un patriota nacionalista.
Es interesante que uno de estas épocas fuera la de los moros
en el sur de España, donde judíos, cristianos y musulmanes disfrutaban juntos
de la jardinería, la arquitectura, la poesía, la música y las matemáticas.
Fueron masacradas por Fernando III en 1492 con la conquista de Granada; después
los moros tuvieron que esconderse y los judíos fueron obligados a convertirse
al cristianismo so pena de muerte. (Algunos de estos conversos huyeron y se
asentaron en Coro en Venezuela.)
¿Cuándo es que los gobiernos necesitan dominar los dogmas y enfatizar el patriotismo? Contestaría yo que ocurre cuando estén más precarios y menos prósperos y dichosos. Un gobierno que rige sobre
una población contenta y culta no necesita sembrar odios para mantenerse.
martes, 23 de enero de 2018
El héroe o el estadista
El proceder y la muerte de Oscar Pérez merecen varias reflexiones por los múltiples simbolismos que ha encarnado. El más claro es él del héroe y salvador.
Ocupa el espacio en la fantasía venezolana de la poderosa fuerza de bien que nos rescatará a todos, como Superman que salva eternamente a Metrópolis del crimen organizado.
Pero Pérez era un soldado liberador sin un plan de cambio. No había elaborado ningún programa para la recuperación legal, estructural, económica o penal del país, o no lo había hecho público. Su lenguaje era igualmente indeterminado: quería libertad y justicia, dos sustantivos notoriamente vacíos de cualquier contenido preciso.
Mientras nos acusamos mutuamente de la inacción y apatía, las madres venezolanas siguen llorando a los hijos que murieron a causa de rebeliones infructuosas.
Más que gritar lemas breves y al unísono en las calles, tenemos que preguntarnos qué tipo de constitución queremos: ¿Cuánto poder otorgará al presidente? ¿Queremos un sistema parlamentario? ¿Cómo será el sistema electoral? ¿Por cuánto tiempo elegiremos a los diputados? ¿Cómo será el sistema de justicia? ¿Nos quedaremos con el infausto sistema de cárceles que tenemos actualmente? ¿Qué será la relación entre las fuerzas de orden y el gobierno civil? Y luego vienen las preguntas más cotidianas: ¿Qué vamos a hacer con la basura que producen nuestras ciudades? ¿Qué sistema de transporte necesitamos? ¿Cómo vamos a neutralizar y luego reformar a las bandas de delincuentes?
Oscar Pérez no hablaba de nada de esto. Al tener que escoger entre, por un lado, a un aviador arrojado y temerario, y por el otro, a alguien que sabe algo de leyes, sistemas de gobierno, sociología y ciencia, prefiero el segundo.
jueves, 18 de enero de 2018
La guerra no es chévere
Hay gente que habla en serio sobre contestar la agresión del gobierno con más balas. Se puede decir que ya estamos en guerra, pero no es lo mismo. La guerra de verdad es brutal y cruel y brutaliza a quienes participan en ella. No hay nada románico en la muerte. Mira la España republicana en la guerra civil: tenían las mejores canciones pero prologaron su miseria con décadas de dictadura. (Y por si acaso: la dictadura de Franco no se terminó debido a la resistencia armada de los españoles; terminó con la muerte natural de Franco, un poco como en el caso de la muerte de Gómez en Venezuela.)
No conozco las canciones de Siria, pero sí he oído de su desgracia.
Hay maneras más inteligentes de protestar que el recurso a los armas. Sólo miren las fotos que andan por Facebook de los colectivos gordos y enmascarados: creen en su causa y piensan que lo que hacen es cheverísimo. Pero al final sólo recoradremos de su proyecto lo ignorante, grotesco e inhumano que ha sido.
miércoles, 3 de enero de 2018
La luna de enero
La luna de enero, que remonta
por el este, hermosa, agreste,
a pesar suya y
mansamente, cede su luz
a la retorcida parra de jade
que ondula por la trama liada
de los bambús, por sobre la mesa
de mi patio.
-Karen Cronick
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