martes, 27 de octubre de 2009

Racionamiento de agua en Caracas





(Ahora tengo Internet de nuevo. La foto es del Embalse La Mariposa; se puede apreciar por lo evidente de la ribera de lodo el grado en que el nivel de agua ha bajado. Además, la parte norte, al lado del dique y en la parte inferior de la imagen, está cubierta de borra, una planta acuática que le inhibe el paso de oxígeno al fondo.)

Las reacciones de los caraqueños al racionamiento de agua pueden agruparse entre lamentaciones por un lado, y por otro burlas a la sugerencia por parte del presidente que nos bañemos de ahora en adelante con totuma. Pero no he escuchado a nadie, siquiera una figura de autoridad municipal o gubernamental analizar las razones por las cuales nos encontramos con esta escasez en lo que debería ser plena temporada de lluvia.

Quisiera hacer algunas observaciones al respecto.

Por alguna razón los caraqueños no hemos querido darnos cuenta de nuestros papeles en el calentamiento global. Nos ponemos a pelear a muerte para defender nuestra adhesión o aversión al gobierno, que trata de un tema importante pero casi no hablamos de otra cosa. El peligro ya asomado, ya declarado de carestías –de comida, de agua, de aire limpio- queda como algo lejano en el tiempo, o algo que pasa por allá, allá en África o el Medio Oriente. Creo también que estamos tan embutidos en nuestro característico individualismo –yo primero, yo mejor- que no queremos ver la urgencia de buscar soluciones colectivas a algunos problemas inevitables, apremiantes e inaplazables.

Hay fenómenos relacionados con la escasez de agua que parecieran inconexos pero que en realidad están directamente vinculados con ella. Primero voy a nombrar brevemente algunos de estos factores y luego hablaré de cómo nuestra propia indolencia y nuestro egoísmo individual han contribuido a la situación en que nos encontramos ahora; finalmente propondré algunas soluciones.

Algunos de las causas de la falta de agua son:

1. La concentración de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera que contribuye tanto al calentamiento global como a los cambios climáticos en la distribución mundial de lluvia. Esto se relaciona con varios factores causales, como: a) la eliminación de los bosques y otros mecanismos de “secuestro” de este gas, b) la quema de fuentes fósiles de energía y c) la existencia de grandes rebaños de ganado y otros animales de coral.


2. La tale de los árboles sobre todo en las riberas de las afluentes que alimentan las reservas como “La Mariposa”. Además de eliminar una de las reservas “secuestradas” de CO2, cortar los árboles destruye las redes de raíces que sostienen la tierra y al mismo tiempo retienen el flujo de agua subterránea. Además, al eliminar las florestas se acaban también con la fotosíntesis de las hojas y la evaporación de agua en el mismo sitio que puede conducir a la formación de nubes.

3. La construcción de edificaciones cerca a las quebradas y la destrucción o el cambio de sus causes.

4. La contaminación de las fuentes de agua limpia por pesticidas y fertilizantes químicos provenientes de la agricultura o la urbanización caótica y sin sistemas de saneamiento.

5. La falta de mantenimiento de las infraestructuras como la necesidad de reemplazar y reparar las tuberías (tanto en casa como en las instalaciones urbanas) y conservar los reservorios (por ejemplo la obligación de remover el sedimento, producto de la erosión de las quebradas que le quita profundidad a “La Mariposa”).

Ahora, con esta lista de causas en mano, ¿qué podemos hacer los ciudadanos comunes para disminuir la pérdida del agua?

Evidentemente conviene usar menos agua en las tareas domésticas e higiénicas. Pero este es sólo un gesto mínimo de colaboración.

Es más importante comenzar a reducir la producción de CO2. Tenemos que entender cómo cada uno de nosotros contribuimos a ella –y de manera cotidiana. Por ahora voy a mencionar sólo dos factores, pero son de muchísima importancia:

1. ¡Tenemos que aprender a manejar nuestros vehículos! En un mundo perfecto todos tendríamos autos eléctricos, pero al nivel individual no podemos lograr esto. Como una alternativa viable podemos ver como nuestros hábitos tras el volante contribuyen a la escasez de agua:

Pocas personas tienen una noción sistémica del tráfico. Sólo vemos una “cola” y un pequeño espacio frente a nuestro carro donde podemos adelantar un metro más, y con furia insertamos el vehículo en el. O nos metemos por las orillas para avanzar unos metros. O en vez de quedarnos en el canal apropiado nos aprovechamos de uno al lado que se mueve un poquito más rápidamente para luego insistir en volver a entrar en el canal correcto frente a algún conductor complaciente que nos permita “colear” (“¿Yo? ¡Yo no voy a calar esta cola!!)

¿Qué relación tiene esto con la escasez de agua?

Estas conductas egoístas aumentan los efectos del tráfico y la consecuente producción de CO2 debido a la quema de la gasolina que es a fin de cuentas un producto fósil. Si vemos tramas en las carreteras donde “colear” no es posible, podemos apreciar casi enseguida mayor fluidez en el movimiento de los autos. Inversamente, tan pronto haya la posibilidad de ir cambiando de canal, el movimiento vehicular se disminuye proporcionalmente y las emisiones de gas aumentan debido al incremento en el consumo de combustible.

Es decir, no sólo hay que calar la cola sino respirar las emisiones de gases tóxicas y saber que uno está contribuyendo al calentamiento global. Y el referido ahogo atmosférico está cambiando el clima y alejando las lluvias en Caracas.

Repito: cuando se aumentan las trancas, se aumenta también la producción de CO2. Y al aumentar este gas en la atmósfera, se incrementa el calentamiento global y CAE MENOS LLUVIA EN LAS CUENCAS QUE NOS ABASTECEN DE AGUA. Simplemente.

Propongo que las emisoras de radio y televisión nos den instrucciones sobre como manejar. Con dibujitos animados como si fuéramos niñitos y niñitas. Y que las repiten cada hora. Es una emergencia.

2. Hay bastante evidencia para afirmar que la eliminación de los árboles contribuye a la escasez de agua. Ya mencioné la capacidad de captación de CO2 que tienen las plantas, la influencia de las raíces en la retención de los flujos subterráneos y los efectos de la fotosíntesis. Reforestar es urgente.

En Gaviotas, Colombia, se inició un proyecto de reforestación hace diez años. Hoy en día la recuperación de 8.000 hectáreas ha resultado en un aumento de 10% en la precipitación y la comunidad ya tiene una industria floreciente que abastece a las regiones circundantes con agua potable.

Los caraqueños no somos menos hábiles, podemos:

Sembrar árboles en cualquier espacio donde quepan. Debe haber ordenanzas municipales que requieren que cada parcela tenga la responsabilidad de mantener un cierto número de árboles por medida de terreno en los centros urbanos. Hay que llenar las montañas al sur de Caracas y el Ávila de bosques. Especialmente en las riberas de las quebradas hay que sembrar las especies más adecuadas para cada una.

Los liceístas pueden emplear sus obligaciones de servicio comunitario en esta tarea. Podemos hacer jornadas participativas al nivel vecinal para confrontar lo que hay que llamar una catástrofe nacional. Podría haber proyectos para financiar a los desempleados a cambio de labores de reforestación. Podríamos alimentar a los pájaros silvestres con las semillas de los árboles que deseamos que crezcan en la zona para que algunas lleguen intactas en las tierras apropiadas: todo vale. Es una emergencia.





Referencias:

Proyecto de Agua en Gaviotas, Colombia: http://www.pnyv.org/water/printtests/54-lasgaviotas-zeri.pdf



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