jueves, 16 de diciembre de 2010

Eterno Retorno




Escribí este poema hoy. Con todas sus imperfecciones lo publico a continuación.

En nuestro eterno retorno
el silencio se impone, ahogado gimoteo
tras los muros de derrota.
El caballo de Troya como siempre ya
nos descompone siempre y todavía.
El caballo promete, llega destellante de armadura
hechiza, relincha la palabra definitiva.

Solo nos queda admirar los resplandores,
aplaudir los caprichos de los señores: Menelao, Alejandro, el Kan:
admirables, distantes, desalmados, omnisapientes,
atávicos rebotes
de un pasado que irrumpe siempre ya,
colosos legendarios o nomos grotescos,
¿Qué importa para la historia del retorno?

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