lunes, 19 de noviembre de 2012

La diplomacia del "castigo"


n la era Bush, se concebía la diplomacia estadounidense en términos de “recompensas” y “castigos” en referencia a contactos con otros países, intereses políticas y líderes en el extranjero. Esto es un ignorante mal-uso de los principios conductistas que sobrevive hoy en día en aquel país y en Israel.
En primer lugar, para modificar la conducta por medio del castigo, se debe tener un control total sobre la situación; no puede haber oportunidades para “escapar”, ni siquiera en la fantasía. El ratón en la caja de Skinner no puede alejarse del choque. En la política internacional esto es imposible.

Pero es todavía peor: este lenguaje demuestra una visión totalmente etnocéntrica del mundo. Una de las mejoras maneras de lograr que los gobiernos, los movimientos y aún los insurgentes modifiquen su conducta es  hablar con ellos y negociar soluciones que tomen en cuenta sus aspiraciones de justicia social y cambio.
No se les puede mantener marginados. Es absurdo etiquetarlos como “terroristas” y entonces intentar eliminarlos físicamente. Son dragones de mil cabezas y al cortar una, diez mil crecen en su lugar. Es solamente hablando cuidadosa y pacientemente en la mesa de reuniones, que se puede lograr el entendimiento.

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