lunes, 8 de abril de 2013

Margaret Thatcher, que en paz descanse


Quisiera comentar sobre la muerte de Margaret Thatcher.  He oído tantos elogios a su persona esta noche en la televisión que, no aguantando tanto mentecatismo, tengo que expresarme al respecto.

A veces las mujeres proclamamos que, si tuviéramos el poder, el mundo sería un lugar más amable y más pacífico, pero la Thatcher es el contra-ejemplo: hay que buscar antónimas a los adjetivos “amable” y “pacífica” para describir a la Dama de Hiero. Hizo mucho daño en su vida, respaldada por un público votante que se había cansado de ciertos excesos del Partido Laboral en la Gran Bretaña.

¿Qué mal hizo? Podemos mencionar: a) por razones raciales limitó el número de personas de origen asiático que podrían lograr entrada a la Gran Bretaña, b) redujo los gastos del Estado con respecto a la salud y la educación, c) desreguló el sector financiera, d) se opuso a los sindicatos,  e) privatizó las compañías que estaban en manos del Estado y f) aumentó el maltrato a los presos irlandeses en las cárceles en Inglaterra. El resultado fue una recesión y alto desempleo. Aunque no apoyó el Apartheid como sistema, llamó el Congreso Nacional Africano de África del Sur y Mandela “terroristas”. Apoyó el gobierno de Pol Pot en Cambodia. Y cuando los españoles arrestaron a Pinochet por violaciones a los derechos humanos, abogó por su liberación alegando la “cortesía” que había extendido a los británicos durante la guerra de las Malvinas.

Estaba a punto de perder el apoyo del electorado hasta el comienzo de la guerra en Las Malvinas, y como a los pueblos les encantan ganar una guerra –aunque sea un ataque masivo a una isla pequeña en el sur del Atlántico- fue reelegida en 1983.

Alguien –no recuerdo quien- describió el tono de su voz como el sonido que haría un gato que desliza lentamente hacia abajo sobre la superficie de un pizarrón.
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