lunes, 23 de abril de 2018

Los enfermos que andan sueltos


¿Qué es lo que se puede hacer por el "enfermo" que no se reconoce como afectado? Es un problema delicado porque a veces se perciben a las personas distintas o disidentes como si fuesen "trastornadas". Incluso esta acusación ha sido empleada como una arma represiva. 

Pero en relación a los problemas verdaderamente clínicos, es algo que todos los que trabajan en profesiones relacionadas con la salud se preguntan con frecuencia: no sólo tiene que ver con los “enfermos” neuróticos y psicóticos, sino con las personas que andan por allí dispersando bacilos, las espiroquetas, estreptococos, estafilococos y los varios tipos de virus. 

Con relación a las neurosis, hay gran avidez popular para diagnosticarse y diagnosticar al prójimo, cosa que se ven en los múltiples artículos sobre el tema en las revistas populares. Pero, creo yo, más allá de este interés generalizado, hay un problema grande con personas que sufran pero que no poseen la capacidad de buscar la ayuda apropiada, por las razones que sean, por ejemplo un neurótico narcisista que no puede reconocer ninguna carencia en sí mismo.

Por otro lado están los enlaces neuróticos donde dos o más personas se acoplan en codependencias y otros enganches dañinos. Estos enganches se ven terapéuticamente en el alcoholismo y otros conflictos psíquicos, pero también en los partidos políticos, los cuerpos policiales,  cultos religiosos, las bandas juveniles y grupos similares donde el disfrute dañino y el fanatismo impiden comunicaciones saludables.

Dando un paso más en estas reflexiones, los políticos emplean estos enganches a propósito, por ejemplo insertan en sus discursos mensajes xenofóbicos y racistas y múltiples alusiones a odios y miedos irracionales.  Los seguidores responden: participan en manifestaciones y votan a favor de quienes hablan de este modo porque sienten que sus líderes reconozcan “sus intereses” y que sus valores malsanos hayan sido revindicados y aceptados; además su necesidad de sentirse parte de un movimiento así se satisface. 

Mientras tanto, dichos políticos aprovechan del apoyo recibido y aumentan su poder y se enriquecen personalmente, a veces con gran cinismo. Al final, no necesitan a los votantes fanáticos porque al llegar al poder pueden mantenerlo por medio de las fuerzas de orden, que también obedecen de la misma dinámica de lealtades, codependencias, coerción y enriquecimiento ilícito. 

Es un enganche peligroso que los psicólogos escasamente hemos mirado. 


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