sábado, 18 de noviembre de 2023

Respuesta a Stephan Greenblatt

 Karen Cronick


Shakespeare, como mucha gente de su país y de su época, creía en la figura del “buen rey”. Si él escribía sobre los reyes malos, y los denunciaba, era para crear un contraste, y resaltar la posibilidad de un soberano benéfico.

Él criticaba el poder perverso, pero, probablemente para protegerse, como dice Stephan Greenblatt (2018), ubicaba sus reproches en tiempos y personajes históricos, y en la ficción, para no entrar en conflicto con Elizabeth I, la reina de su época. Ella confrontaba oposición, sobre todo de la iglesia de Roma, y a raíz de los esfuerzos de su corte para defenderla, era peligroso criticarla. En general, hablar o escribir de asesinar a un monarca era delicado; como dice Marotti (en Buttner (6/11/13), era peligroso porque ‘traición’ podría interpretarse para incluir aun las fantasías y ponderaciones sobre la muerte de un soberano. Y sin embargo añade Marotti, William Shakespeare repetidamente se atrevía a dramatizar los atentados contra los reyes y los complotes de sus vasallas para eliminarlos.

Shakespeare no se oponía a la Reina Elizabeth. De hecho, al final de su obra Henry VIII, celebró con gran pompa al nacimiento de esta princesa que iba a convertirse en reina.

En general, en su obra, los reyes que son asesinados son déspotas que vivieron hace mucho tiempo; son hechos históricos que antecedieron la producción de las obras. Además, con algunas excepciones, como en Julio Cesar y Macbeth, estos crímenes suceden fuera del escenario. Los muertos tienden a ser tiranos o sus víctimas: Greenblatt describe como:

 Ricardo III, de Shakespeare, desarrolla brillantemente los rasgos de la personalidad del aspirante a tirano… (describe en el rey Ricardo III) su) egoísmo ilimitado, la transgresión de cualquier ley, el placer que provoca infligir dolor y el deseo compulsivo de dominar. Ricardo es patológicamente narcisista y arrogante en grado sumo” (Greenblatt 56, párrafo 1). Este rey, que ha sido asesino múltiple, opresor y usurpador, muere en el lodo, sin caballo, gimiendo y pidiendo auxilio.

Mueren también algunos reyes que no son déspotas. A pesar de los riesgos, Shakespeare aborda el tema con bastante franqueza. En Richard II, el rey que confronta la oposición de algunos de sus sujetos, se reúne con sus seguidores a decir, con toda franqueza:

“Por el amor a Dios, ven a sentarse conmigo en este suelo y contaremos historias tristes sobre la muerte de los reyes –como algunos han sido destituidos, algunos muertos en guerra… algunos envenenados por sus esposas, algunos ultimados mientras dormían – todos asesinados. Dentro de la corona hueca que circunda los sienes de un rey, habita la muerte….” (Shakespeare, Richard II, Acto 3, Escena 2).

 

Referencias

Buttner, Rachel (6/11/2013). Shakespeare, papal power, and the death of kings. Forham News. Disponible en: https://news.fordham.edu/arts-and-culture/shakespeare-papal-power-and-the-death-of-kings/

Greenblatt, Stephen (2018). El tirano. Shakespeare y la política. Traducción de Juan Rabasseda. Alfabeto. Disponible en: https://www.academia.edu/42116153/El_tirano_Shakespeare_nosotros_y_la_politica

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