miércoles, 14 de abril de 2010

Del auto - aborrecimiento al odio




Fuente de un letrero cargado por un
manifestante en los Estados Unidos.



La primera imagen que acompaña esta entrega es fascinante. Es un letrero cargado por alguien en una manifestación contra Barack Obama. El contenido de su protesta es chauvinista, pero además ha escrito mal la palabra "Muslim" (Musulmán), y en su equivocación ha nombrado un tipo de tela. El resultado es: "Obama es un mestizo [de] muselina." Su mensaje demuestra dos cosas: a) la xenofobia del autor y b) su falta de educación formal.

Zygmunt Bauman ha escrito un artículo en Truthout bajo el título “Sobre los idiomas del poder y la impotencia” que contiene dos sub-temas. Uno tiene que ver con la retórica de la “creación de hechos”, casi en el estilo de Jonathan Potter .

Es un tema fascinante, pero lo que más me llamó la atención tuvo que ver con lo que dice sobre el manejo de ansiedad de parte de los débiles de este mundo.

Bajo el subtítulo de “Los dominados” Bauman describe como el sentido común caracteriza como culpables de su propia desgracia a las personas que confrontan el fracaso y la humillación. Esta humillación es intolerable y con frecuencia sus víctimas reaccionan con el auto -aborrecimiento y después con la verdadera necesidad de odiar a otros.

                                                                                         Fuente. Esta foto está
                                                                                         atribuida a
                                                                                         Venezuela.



¿Dónde hemos visto esto? Diría yo: en todas partes. Se ve en la hostilidad de los excluidos de todos los países, entre los racistas, entre los que usan el irrespeto para cambiar un sistema de dominación por otro y entre los hampones de la calle. Escuchamos descalificaciones como "escuálidos" y "pitiyankis" por un lado y otros epítetos insultantes por otro.

Bauman no nos dice como remediarlo. Pero confrontar un odio con otro no parece una estrategia apropiada.

Claramente esto no significa que las víctimas potenciales del rencor tengan que aceptar el abuso.

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